Llegar a destino es casi imposible para ella. El camino que debe recorrer no supera los 100 metros, pero demora unos 10 minutos en recorrerlos por recibir demostraciones de afecto. Marisa Mercau es una profesora de Educación Física que tiene 51 años y que hace 30 que trabaja en las colonias de vacaciones. Arrancó en las privadas que organizan los clubes de la provincia y luego pasó a las estatales a partir del año en que se pusieron en marcha. Dijo que si bien comenzó con este trabajo para poder pagarles los estudios a sus hijos, desde el primer momento se convirtió en una "pasión" que le dejó como recompensa ver la transformación positiva de los chicos cuando egresan de las colonias. Este año se retiró de la coordinación de la Colonia de Verano de San Martín, pero continuó como asesora de los profesores.
"Mi vida de estudiante fue muy sacrificada, porque mi familia era muy humilde. Cuando comencé a cursar el profesorado de Educación Física me iba en bicicleta desde San Martín, mi pueblo natal, hasta el Estadio. Por eso, ya madre, quise esforzarme para poder pagarles los estudios a mis tres hijos. Así empecé a trabajar en las colonias durante las vacaciones y sin sabe que esta "changa" me haría sentir útil, feliz y plena". Con esta introducción, Marisa comenzó a relatar su historia de trabajo y de vida en las colonias. Y de los cambios que esta actividad experimentó durante los últimos 30 años. "Comencé en las colonias privadas donde el trabajo era más sencillo que en las públicas. Es que la cantidad de niños participantes era muchísimo menor. Pasé de trabajar en colonias con 30 chicos a una a la que asisten 700. Ahí comenzó una etapa de gran responsabilidad y desafío que era contener a cientos de chicos y de diferentes edades, estilos de vida y realidades", dijo la profesora.
"Mi recompensa es haber visto a los chicos crecer más felices gracias a las colonias".
MARISA MERCAU Asesora
Para cumplir con los objetivos, lo primero que hizo Marisa fue realizar una lista con las prioridades a cumplir: hacer que los chicos se alimenten bien, que se diviertan, que adquieran buenos hábitos de higiene y conducta, que aprendan valores y, sobre todas las cosas, que logren sentirse seres importantes y queridos. Esta tarea no fue fácil, pero lo logró con el apoyo y complicidad de los mismos niños. "Cada mañana los esperaba en la puerta del camping para recibirlos con un beso a cada uno. Al principio les pareció raro y algunos hasta pasaban de largo sin saludarme. Pero con el tiempo, ninguno arrancaba la jornada sin un beso mío. Eso siempre les inculqué a los profes también. Siempre deben demostrarles cariño a los chicos. A veces los pequeños no sufren tanto las carencias económicas tanto como la falta de afecto o de ser escuchados", dijo la mujer.
Desde el año pasado Marisa asumió como vicedirectora del Colegio Nacional Augusto Pulenta, actividad que combina con la práctica de hockey sobre césped y la salida diaria a correr para mantenerse saludable. Por estas actividades y, debido a que dos de sus hijos ya se recibieron de médico y bioquímica, y el tercero está a punto de egresar de Medicina, decidió dejar su trabajo en las colonias. Aunque no del todo. "Tanto el intendente Andino como los profesores me pidieron continuar y acepté ser la asesora. Es que no me imagino estar lejos de los chicos. Vengo dos o tres veces a la semana para ver cómo marchan las actividades y cada vez que lo hago siento la misma emoción y nervios del principio. Las colonias me llenaron de vida", sostuvo.