Sergio Feferovich

 

– ¿Qué fórmula encontró para conectar a los jóvenes a la música clásica?

– Está bueno comprobar que la música está en todos los aspectos de la vida. Los chicos siempre están abiertos, a pesar que parezca que están en su mundo tecnológico. Pulí mucho para encontrar aquellos puntos en contacto más directos con ellos. Si les ofrecés un concierto de piano de una hora, lo más probable, sino están acostumbrados, se espantan. Por eso cambié, acercar el piano al borde del escenario, subir las luces en la platea, romper con ciertos códigos que lo hacen muy acartonado, para que los chicos no se alejen. 

– ¿Cómo pueden ser conscientes de hacer presente lo clásico en lo cotidiano?

– El asunto es que los chicos dejen de estar presos de las cosas que se transmiten mediáticamente. La música clásica tiene poca difusión, es una pena, ya que tiene mucho contenido y la música popular ocupa todos los recursos que provienen de la clásica. Si de alguna forma, al menos dos se van de la sala con las ganas de escuchar a Mozart o Beethoven por su cuenta, eso es tarea cumplida para mí. 

– ¿En qué consiste la música de ideas? 

– En la música se evidencia que tenemos ideas fantásticas, tanto en lo social, en lo económico y en lo político. Pero los medios que utilizamos no funcionan. Si un chico que jamás tocó el piano, en un contexto adecuado, lo hace y lo que hace suena bien, demostramos que debemos trabajar más en comunidad, como sociedad de país. De una vez por todas tenemos que dejar de actuar en las ventajas individuales donde yo me salvo y lo demás revienta. Nuestra historia dice que es difícil lograrlo, pero es una aspiración y la música es una buena excusa para alcanzarlo.