La crisis educativa que afecta al país comprende, sin excepción alguna, a todos los niveles de enseñanza incluyendo al que tiene por objetivo formar investigadores universitarios capaces de producir avances científicos en las distintas ramas del conocimiento. Mientras que Argentina tiene 3 investigadores por cada 1.000 miembros de la población económicamente activa, hay otros países industrializados del hemisferio Norte que llegan a contabilizar 9 profesionales por cada 1.000 personas, colocándolos en una mejor posición para producir ciencia conforme a los requerimientos de cada zona o región. 

En un año signado por la pandemia del Covid-19 se ha puesto de manifiesto la necesidad de contar con un mayor número de investigadores vinculados con la epidemiología u otras especialidades relacionadas con la salud. La carencia de profesionales de ese rubro ha impedido que Argentina avanzara en descubrimientos de una mayor cantidad de medicamentos contras el Covid-19 o en el desarrollo de la tan anhelada vacuna, a pesar de que en un primer momento todo hacía prever que la Argentina estaría dentro del grupo de naciones con posibilidades de desarrollarla. 

Si bien el Gobierno nacional está intentando reforzar los fondos destinados a ciencia y técnica, con un aumento del presupuesto que ha pasado del 0,23% al 0,25% entre 2019 y 2020, y que prevé para este año llegar al 0,27 por ciento, es un hecho que la investigación sigue siendo un punto débil dentro del aporte que la universidad debe hacer a la sociedad. 

A poco de finalizar el año 2020 el ministro de Ciencias, Tecnología e Innovación de la Nación, Roberto Salvarezza, admitió en un encuentro virtual con científicos y autoridades universitarias locales que está haciendo falta al menos el doble de los investigadores que hay actualmente. 

Se trata de determinar cuál es el motivo por el que los académicos universitarios no se vuelcan en un mayor número al campo de la investigación, a pesar de que hay una gran demanda en distintos rubros. La escasez de recursos, salarios deprimidos y falta de incentivos que alienten la investigación, figuran como los principales factores que inciden negativamente en este proceso. 

Salvarezza sostiene que a pesar de la pandemia y la situación económica del país se están haciendo grandes esfuerzos para que ciencia y técnica cuente con un mayor presupuesto, aunque esto no sea garantía de un mayor desarrollo de la vocación investigadora que debe inculcarse desde temprana edad en todos los ámbitos científicos del país.