El telón del Teatro del Bicentenario se corrió anoche para ofrecer una gran versión de La bohème, en el regreso de una ópera con todo su esplendor después de dos años de virtualidad, distanciamiento, reducción de artistas en escena, y tímidos regresos. Así, sin barreras, los interpretes dieron vida a los personajes de Giacomo Puccini espléndidamente. Con una escenografía impactante y gracias a interpretaciones capaces de conmover, la reposición local La bohème fue todo un éxito, y así lo entendió el público que anoche ovacionó el espectáculo, que fue en coproducción con el Teatro Colón, con puesta de Stefano Trespidi, la misma que el máximo coliseo argentino presentó hace un mes para abrir su temporada, sólo que aquí se sumaron la Orquesta Sinfónica de la UNSJ, al Coro Universitario, los Coros de Niños y Jóvenes de la FFHA de la UNSJ y la Banda de Música de la Policía de la Provincia que mostraron, una vez más, estar a la altura de una producción de este tipo, que tiene en la dirección musical al italiano Lorenzo Tazzieri.
En su regreso a la escena local, la soprano Verónica Cangemi, se luce por su interpretación lírica y por componer desde la actuación a una entrañable Mimi, la costurera de la que se enamora Rodolfo, rol a cargo de Gastón Oliveira W.,quienes formaron una pareja escénica sólida capaz de pasar por los distintos climas con los que Puccini dotó a esta pieza de gran exigencia vocal además.
A ellos se suman como contrapunto, María Belén Rivarola, con su desbordante Mussetta, y un impecable Marcello, a quien dio vida Alfonso Mujica. Los otros dos amigos bohemios recayeron en Emiliano Bulacios (Colline) y Fernando Lázari (Schaunard), ambos completaron la escena maravillosamente en cada una de sus intervenciones.
El equipo técnico que vino para esta puesta está integrado por la repositora Mariana Ciolfi, Enrique Bordolini, responsable del diseño de escenografía e iluminación, mientras que el vestuario que se usó también es el del Colón, que fue diseñado por Imme Möller.
La escenografía impacta por sus dimensiones, cambia en cada acto y requirió un trabajo cronometrado para conseguir mover esas gigantes estructuras en minutos. El diseño armado para el Colón, se adaptó aquí con pequeñas modificaciones y permitió aprovechar todas las características del espacio del TB como las varas mecánicas que tiene el escenario para mover decorados consiguiendo efectos tridimensionales. Esta puesta demuestra también cuánto creció en capacidad escenotécnica el teatro, porque lo que antes quizás se hacía en meses, esta vez se pudo ser completado en poco tiempo, porque en 30 días tuvieron que recibir siete camiones de escenografía, montarla y hacer que funcione a la perfección.
Nada que envidiar, diría el dicho popular. Porque la ópera volvió de la mejor manera y vuelve a demostrar que hay buena madera sanjuanina para seguir edificando, tanto artísticamente como técnicamente.
Fotos Marcos Urisa