Setiembre, mes especial para recordar al visionario, pero por sobretodo maestro, Domingo Faustino Sarmiento, hombre de acción y de pensamiento. Desde su juventud vio claramente el panorama del país y se alistó en la corriente del progreso y la civilización. Su naturaleza independiente de lo que creía justo, sin dobleces, ni engaños. Desde estos principios se extendió su pensamiento social dentro del contexto de su tiempo. Su legado fue el haber pensado en la educación como solución a los problemas argentinos. El haber jerarquizado y apoyado una de sus importantes instituciones, la escuela. Escuela que hace tiempo está lejos de ser el mecanismo igualador capaz de promover un futuro a partir del propio esfuerzo. Receptora de problemas sociales provocados por múltiples causas, trayendo aparejado la deserción, repitencia y desgranamiento.

Durante su presidencia llevó a cabo la mayor obra educativa. Él expresaba "El buen salario, la comida abundante, el buen vestir y la libertad, educan a un adulto como la escuela a un niño” Nada más alejado hoy. 

Sarmiento en su libro "Recuerdos de Provincia” expresa "Debí a mi padre la afición a la lectura, que ha hecho la ocupación constante de una buena parte de mi vida. Me dio un instrumento poderoso, que yo por mi propio esfuerzo suplí llevado el más constante el más ferviente de sus votos” Hoy la afición a la lectura ha desaparecido a tal punto y lamentablemente los alumnos no comprenden lo que leen.

Sarmiento le confirió el liderazgo a los maestros en su acción civilizadora y depositó su confianza en la tarea docente de la mujer quedando la elección unida al hogar, la escuela y la sociedad.

Sarmiento había percibido la dificultad de los textos escritos con idea y estilo adulto, o sea, el gran escollo de la enseñanza que todavía no hemos conseguido evitar. "El autor de texto, expresaba Sarmiento, debe escribir como si él mismo fuera niño. Así su método de lectura fundaba en las dificultades del aprendizaje infantil”. Sarmiento cuando se refería a la transmisión de los valores a sus padres y maestros, destacaba la veracidad y al respecto decía: "Fui criado en un santo horror por la mentira, a tal punto, que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de que den testimonio todos los actos de mi vida”

Hoy, los docentes no están jerarquizados, sin autoridad, carentes de respeto por padres y alumnos, devaluados por la sociedad y cerca de una profesión insalubre. "Estamos ante la presencia de un sistema educativo nacional sin calidad, característica esencial de la educación finalidades con competitividad económica, desempeño ciudadano, equidad social, deben ser características esenciales de una educación de calidad para todos”( Juan Carlos Tedesco, pedagogo e investigador argentino).

La preocupación de Sarmiento, se extendía sobre todos los aspectos de la educación y su impacto sobre el hombre, yendo desde la educación en el trabajo, propiciaba un período de dos horas de jornada laboral para que los obreros aprendieran a leer y escribir. Para él toda la república debía ser una escuela. En estos momentos críticos en los que transita la educación, el ejemplo de Sarmiento, no sólo parece ausente en nuestras aulas, sino en todos los estamentos de la sociedad argentina. Los argentinos necesitamos como lo hacía Sarmiento, vencer las dificultades con diálogo, acuerdos, más allá de las diferencias.