Sonrisa imperturbable, procesión por dentro. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha salido este lunes al paso del aluvión de críticas que ha cosechado por el lento arranque de las campañas de vacunación en Europa. “Estamos ante una tarea titánica pero lo conseguiremos”, señala Von der Leyen durante un encuentro con medios europeos en la quinta planta del edificio Berlaymont, sede de la Comisión Europea en Bruselas.
La política alemana, seriamente cuestionada en los últimos días, defiende que la estrategia europea de vacunación es la adecuada, achaca los retrasos injustificados a una sola compañía (AstraZeneca) y sigue convencida de que el 70% de la población europea estará inmunizada a finales de verano. Fuentes del organismo comunitario indican que a los 100 millones de dosis esperados este trimestre se sumarán previsiblemente otros 380 millones durante el segundo trimestre. Una cifra que permitiría inmunizar a algo más de 200 millones de habitantes.
– En 2020 terminó el año rodeada de éxitos, como el acuerdo del Brexit o el estreno de las vacunas. Pero todo se ha torcido. ¿Ha cometido algún error?
– En política siempre hay altibajos y más aún en tiempo de crisis, pero lo que importa es la valoración final. Recuerdo que al principio de la pandemia también fue difícil para la Comisión, que no tiene competencias sanitarias, convencer a los Estados miembros de la necesidad de coordinarse y hacer un planteamiento europeo. Ahora estamos iniciando una campaña de vacunación masiva, de una envergadura como no habíamos conocido jamás. Estamos ante una tarea titánica, un maratón que requiere nervios de acero, pero estoy convencida de que conseguiremos el objetivo.
– Pero el viernes pasado, la propuesta de la Comisión de controlar las exportaciones dispararon las alarmas en Dublín y Londres por el riesgo de poner en peligro los acuerdos del Brexit sobre la ausencia de fronteras en Irlanda.
– Soy consciente de lo sensible que es el protocolo de Irlanda del Norte. Está claro. Y me alegra que al final se encontrara una buena solución y que contara con el apoyo del primer ministro irlandés. En tiempos normales, los procedimientos son más lentos. Pero en este año de crisis hemos tenido que tomar casi 900 decisiones de emergencia. Y decisiones de emergencia quiere decir rapidez. Y siempre hay riesgo de que algo te pase desapercibido, pero lo importante es que el resultado final es positivo.
– ¿Cree que estos tropiezos dañan su credibilidad?
– Esperemos al final del mandato para ver los éxitos y los errores y entonces haremos balance.
– La población y los Gobiernos se impacientan por la lenta llegada de las vacunas.
– Entiendo que la gente quiera tener ya la vacuna, porque la pandemia ha sometido a la población y a la sociedad a un enorme estrés. Es comprensible la presión y la acepto. Pero las vacunas se han desarrollado en 10 meses, con una inversión masiva, cuando normalmente se hubiera tardado entre 5 o 10 años. Y nunca había habido una campaña de vacunación y de producción de vacunas tan masiva. Es un proceso muy complicado. Empezamos en diciembre y en un mes ya se han distribuido 18 millones de dosis. En febrero se distribuirán 33 millones más. Y en marzo, otros 55 millones. Y en el segundo trimestre tendremos aún más.
– Fuera de Europa hay países que van más rápido. ¿Tardaron ustedes demasiado en cerrar los acuerdos?
– El factor que ha influido en la velocidad ha sido el proceso de autorización, la negociación de los contratos no influyó para nada. Al principio de la pandemia había unas 160 instituciones investigando para desarrollar la vacuna. Y nosotros tuvimos que elegir en verano con quién hacer los contratos. Y viéndolo con perspectiva, creo que acertamos en la elección. Todas las compañías que han llegado a la vacuna están en nuestra cartera de contratos. Firmamos en agosto el primer contrato con AstraZeneca, que parecía la favorita. Pero después también con BioNTech, por la que casi nadie apostaba y fue la primera. BioNTech esperó a la aprobación y, una vez obtenido, comenzó inmediatamente las entregas. Lo mismo ocurrió con Moderna. El conflicto que tenemos es con la tercera compañía [AstraZeneca] porque una vez completado el proceso de autorización, esperábamos la entrega y queremos una explicación plausible de por qué no llegó.
– Algunas fuentes apuntan que AstraZeneca tenía contratos con Londres que daban prioridad a Reino Unido.
– Nuestro contrato es claro. No hay condiciones previas. Es un contrato que la compañía tiene que cumplir. AstraZeneca es una compañía con producción mundial. Les corresponde a ellos decidir cómo se organizan para atender a todos sus clientes. Ni siquiera sabemos ni nos preocupa quiénes son sus otros clientes. La buena noticia es que AstraZeneca nos ha comunicado que adelantará la primera entrega al 7 de febrero, con 3,2 millones de dosis. El 17 de febrero, otros 4,9 millones. Y hasta finales de febrero 9,2 millones. En total, más de 17 millones este mes. Y en marzo, serán 23 millones. En total, 40 millones en dos meses. Esto describe el proceso en que estamos.
– Pero esa cifra está aún por debajo de lo que se esperaba en el primer trimestre, que rondaba los 100 millones de dosis.
– Por supuesto, esperamos que AstraZeneca cumpla su contrato. Hemos dejado claro que queremos transparencia y se establecerá también a través del Reglamento sobre autorización de exportaciones porque esa norma obliga a detallar qué se ha exportado y a dónde desde el mes de diciembre. Una vez que tengamos esos datos podremos sentarnos con la compañía y decirles: estos son los hechos, trabajemos en un plan para recuperar el retraso. Queremos las vacunas. Le corresponde a la compañía explicar y decir cómo van a cumplir el contrato. Con AstraZeneca hemos pasado lo peor. Han entendido que vamos en serio. Y es positivo que la compañía ha mostrado ya caminos para salir de esta difícil situación y mejorar y acelerar las entregas.