
A poco tiempo de haberse cumplido treinta y seis años de la desaparición del célebre escritor argentino de cuentos, poemas y ensayos, autor "El Aleph", "Inquisiciones", "Historia de la eternidad", entre tantos otros, merece traer a nuestra memoria, cómo reaccionó España, en 1986, al realizar el primer homenaje póstumo a su memoria, que titularon "Vida y Obra de Jorge Luis Borges". Época por época los documentos y las fotos testimoniaban en primer lugar la vida de este hombre que, recordamos, visitó en dos ocasiones San Juan, la última en 1984. Sus libros daban cuenta de una incalculable herencia: su obra literaria. Un extenso video incluyó fragmentos importantes de varias alocuciones suyas en sus visitas a Madrid, Barcelona y Sevilla, que se disfrutó al máximo por sus brillantes frases que siempre impactaron.
La primera entrevista
La muestra fue preparada con esmero por las autoridades de Cultura del gobierno español. Naturalmente, María Kodama, a la sazón reciente y respetada viuda, fue la principal invitada, pero ella intentó pasar lo más desapercibida posible, quizá porque pensaba con razón que el homenajeado era su augusto esposo.
Con su característica y cuidada melena canosa aparecía cuando lo exigía el guion de Ceremonial. Hasta que llegó la hora de mi entrevista que había solicitado para una revista de la editorial Atlántida de Argentina para la que trabajaba desde Madrid.
Mi primera pregunta fue de rigor sobre cómo se sentía en ese primer homenaje a Borges en Europa desde su partida definitiva, el 14 de junio de 1986: "Era de esperar que me emocionara. Yo ya lo sabía de antemano, pero debía asistir a este homenaje tan importante y tan bien organizado".
"Su vitalidad era tal que tanto los médicos como yo nos sorprendíamos. No hacía referencia al fin, continuaba con sus planes. Sin dejar de tener humor". (María Kodama sobre Jorge Luis Borges).
La responsabilidad de representar a Borges
La eterna secretaria y pareja del escritor empezaba a viajar como viuda suya, lo que le causaba una enorme responsabilidad. Por ello reconoció ante otra pregunta que "ir por el mundo como la viuda de Jorge Luis Borges es algo muy serio. Una responsabilidad con la que me encontré de repente. Antes lo mío era un segundo plano, siempre quise estar en un lugar discreto. Pero ahora me he convertido en una figura pública y me encuentro con más libertad".
Su rostro oriental permanece casi estático, como una máscara, y con gestos tristes todavía tras una pérdida trascendental en su vida.
¿Se quedará a vivir en Suiza?, le pregunté. Su respuesta se convirtió en una bella confesión: "Borges, que siempre decía que era ciudadano del mundo, quería quedarse a vivir definitivamente en Ginebra. Justamente en su último viaje fue a Suiza con la idea de establecerse allí y mandó a cerrar su casa en Buenos Aires y a recoger todo.
Él fue quien me hizo querer esa ciudad y son muchos los motivos que me empujan a estar allí. Por lo menos durante un tiempo. No me olvidé de Buenos Aires, es mi lugar… Cumplir con el mandato de Borges me llevará estar en Europa más de lo que tenía pensado".
La fundación del escritor
María habló de "mandato", algo fuerte para que nos quedáramos con tan profunda duda, y entonces le pregunté, cuál era ese mandato: "Mire, se trata de la Fundación Borges, en la que estoy trabajando con la ayuda de grandes amigos europeos. Es una idea antigua, Borges y yo habíamos hablado de ello hace unos diez años y de tanto en tanto la comentábamos. El espíritu que anima a la Fundación es el que se refleja en su obra "Los conjurados". Se trata de impulsar una conjuración ética y estética para devolverle al mundo valores que ha perdido o se encuentran aislados. En suma, una recuperación de la dimensión ética y humana del hombre".
Recuerdo eterno
Por momentos le incomoda que le hagan fotos, pero la acepta como algo inevitable ahora que no es él el personaje para el periodismo, sino ella misma. Y entonces, enmudece unos segundos y continúa la respuesta: "Borges era un ser humano con una gran vitalidad y algo más que un maestro para mí. Tal vez un mago. En cierto modo fue él quien me enseñó a vivir. Amaba la vida con intensidad y lo mismo disfrutaba de un viaje en globo que comiendo un "brioche" que le recordaba a su infancia".
Le pregunto si en el final de su vida estuvo escribiendo y reconoció que sí, que trabajó hasta su último día: "Su vitalidad era tal que tanto los médicos como yo nos sorprendíamos. No hacía referencia al fin, continuaba con sus planes. Sin dejar de tener humor".
La viuda quiso tener palabras de agradecimiento hacia las autoridades de Ginebra: "No han podido ser más generosas conmigo después de la muerte de Borges. Él fue enterrado en un lugar muy especial. No cobraron nada. Para toda esa gente mi gratitud es eterna".
Fuente: Entrevista de Luis E. Meglioli a María Kodama para revista "Para Ti", desde la corresponsalía de Editorial Atlántida en Madrid.
Por Luis Eduardo Meglioli
Periodista
