La Real Academia Española (RAE) ha reiterado que como custodia de nuestro idioma no está cerrada a las aperturas del lenguaje inclusivo para las mujeres, cuando sean razonables. Esta aclaración es oportuna ante las presiones de sectores sociales, ideológicos y políticos para que se oficialicen términos neutros para definir géneros de personas, como plantean los movimientos feministas.
El director de la Academia, Santiago Muñoz Machado, salió al cruce del planteamiento realizado por la vicepresidenta del Gobierno español y ministra, Carmen Calvo, para adecuar la Constitución del país ibérico a un lenguaje inclusivo. Es que a juicio del catedrático, no se puede imponer por decreto ni por acuerdo un determinado lenguaje, pero en este caso puntual afirmó que el organismo no está cerrado a las aperturas del lenguaje siempre que la razonabilidad la imponga.
Resulta una obviedad recordar que la RAE no determina como se habla, solo recopila modos de hablar, y es un ejemplo en el mundo de la función que cumple como custodio de nuestra lengua, a diferencia de la inglesa, por ejemplo, donde distintas universidades y algunas editoriales editan diccionarios y libros de gramática para ayudar a los estudiantes, en particular.
Por eso Muñoz Machado dejó en claro que "en la medida en la que vayan variando las modas, la Academia se convierte en notario, en fedatario de cómo se habla y va incorporando conceptos bien al diccionario, bien a la gramática”. Esto se viene observando en la dinámica del español al enriquecerse con nuevas palabras vinculadas a la evolución de la humanidad, tal como se observa en las redes sociales con la tendencia a abreviar en lo que se denomina la ""economía” del lenguaje.
Pero esta práctica es muy diferente a lo planteado por las agrupaciones de igualdad de género cuando se refieren a "compañeres”, "todes” o "elles” y absurdos de decir "nosotres” cuando la palabra nosotros no indica género sino involucra a todos por igual. No obstante, la RAE analizará a partir del 7 de febrero próximo, un estudio ordenado a cuatro de sus catedráticos dos masculinos y dos femeninos- a modo de pronunciamiento con respecto a la idea reformista de la vicepresidenta española.
Es de esperar que esta corriente innovadora no sea más que una moda acotada a ciertos sectores porque pedir lenguaje inclusivo para el habla diaria en forma continua sería impracticable. Lo dice la experiencia de quienes lo intentaron: luego de cuatro minutos la charla pasa al lenguaje normal y todo queda en el anecdotario del colectivo reivindicatorio que busca diferenciarse por la lengua.
