La institución dedicada a la regularización lingüística hispanohablante volvió a salir al cruce de las deformaciones ideológicas señalando que el lenguaje inclusivo es sólo un conjunto de estrategias para evitar el uso genérico del masculino, el cual no supone discriminación sexista alguna. El organismo está en permanente contacto virtual para responder dudas acerca del polémico avance de formas para visibilizar grupos demográficos.
En su espacio de consultas la RAE ha indicado que el uso de la letra "e" como supuesta marca de género inclusivo es ajeno a la morfología de nuestro idioma, además de innecesario, pues el masculino gramatical ya cumple esa función como término no marcado de la oposición de género.
De todas maneras el director de la institución, Santiago Muñoz Machado, ha dicho que no está cerrada a las aperturas del lenguaje inclusivo para las mujeres, siempre que sean razonables, no lesionen el idioma y mantengan su belleza y sobre todo su economía. En tal sentido la Academia Argentina de Letras afirmó que no deben forzarse las estructuras lingüísticas del español para que se conviertan en espejo de una ideología ya que la gramática no coarta la libertad de expresarnos o de interpretar lo que expresan los demás.
La aberración idiomática también preocupa a los franceses, llegando a plantearse en la Sorbona, concluyendo la Academia Francesa de la Lengua que se trata de una forma de activismo, que responde a una línea militante y por eso produce rechazo, algo muy diferente a las evoluciones de la lengua cuando se hacen de forma natural.
No sorprende que Nicolás Maduro ya tenga la ley bolivariana de promoción del lenguaje con uso de palabras de género neutro, para garantizar la igualdad de mujeres y hombres en concordancia con la Constitución chavista. A partir de la promulgación de la norma se ha conminado a la utilización del lenguaje inclusivo a todos los sectores, incluyendo a la prensa.
La posición ideológica marca la comunicación oficial en nuestro país, incluso en varias universidades, evitando el genérico del masculino, como si fuese una discriminación sexista. Por el uso y costumbre muchos funcionarios lo usan como si fuese correcto y hasta entre nosotros un intendente departamental ha convocado a "los vecinos y las vecinas".
Los políticos deberían saber que para la Academia Nacional de Educación estas expresiones resultan incómodas para el sano sentido común de la sociedad y no señalan la igualdad de los sexos, sino que sugieren una rivalidad y no un encuentro fundamental y profundo entre ambos.
