La imposición de la masa sobre la sociedad, una problemática del mundo actual.

 

"La rebelión de las masas” fue escrita en 1929, por José Ortega y Gasset, un filósofo y ensayista español que falleció a mediados del siglo XX, ante la aparición de los fascismos y comunismos, y que el autor critica duramente sosteniendo que, "Bolchevismo y fascismo, son los nuevos intentos de política en Europa y sus aledaños (América) se están haciendo, dos claros ejemplos de regresión sustancial”.

El hombre – masa es el conformista al que la vida le parece fácil, que se siente en control de la realidad que le rodea y que no se somete o siente sometido a nada ni a nadie. Es un individuo egoísta y mimado por los "gobiernos populistas”, un ser cuya máxima preocupación es él mismo. Jorge Luis Borges sostenía, con relación al gran movimiento político e los años 1940 en adelante como "el movimiento está integrado por gente que sólo les importa el bien propio y no el común a todos los argentinos”. Y podemos decir que este también es el hombre del siglo XXI, preocupado por las tendencias y las apariencias, poco profundo. Es el hombre que por tener un nivel de "estudio secundario” ya se cree y siente "sabio”. "El hombre – masa sintiéndose y sabiéndose vulgar, proclama el derecho a la vulgaridad y se niega a reconocer instancias superiores a él”, sostenía el Ortega y Gasset.

 

  • Imponer el autoritarismo

Hoy sufrimos la imposición de la masa, sobre el total de la sociedad, ya que esta masa, con mucho desenfreno y autoritarismo, no ve más allá de sí misma, no respeta, no sigue. La masa se impone. Los que tradicionalmente se consideraban lujos reservados a unos pocos, se convierten ahora en los placeres a los que todos tienen y quieren acceso, desconociendo que el tener acceso a las cosas es por mérito y no porque solo se les ocurre. La masa ya no va detrás, ahora se coloca a la cabeza de todo, si lo pudiéramos graficar seria "una sociedad llena de Caciques” o "un ejército humano de Generales”. El hombre del presente se ve a sí mismo más merecedor, y que su "vida es más vida que todas las antiguas, y que todo el pasado ha quedado chico a la humanidad actual”. El hombre – masa se siente autosuficiente, y en toda la historia humana hasta la fecha, nunca el vulgo había creído tener "ideas” sobre las cosas. Si tenía creencias, tradiciones, experiencias, proverbios, pero nunca se le ocurrió oponer a las ideas del político otras suyas; ni siquiera juzgar las "ideas”. Hoy, en cambio, el hombre medio no admite discusión y no permite cualquier posibilidad de réplica sobre cuanto acontece y debe acontecer en el mundo. El hombre promedio de hoy, simplemente "no escucha”, es "sordo”. ¿Para qué oír si ya tiene dentro cuanto le hace falta? (en su propia creencia, por lógica). "La rebelión de las masas”, es un ensayo sobre el triunfo de la vulgaridad a manos de este hombre – masa que la hace constar, la sitúa por encima de todo. Es casi como si no respondiese a razones; posee todos los poderes. "Él lo inventa y él se lo cree”.

En el pasado, era sencillo y fácil agrupar a los hombres. Existían dos grupos: sabios e ignorantes, y dentro de cada uno, varios grados. "El especialista”, que a mediados de los años 40, del siglo pasado, llegó a su "más frenética exageración”, es un hombre que "no es un sabio, porque ignora formalmente cuanto no entra en su especialidad; pero tampoco es un ignorante, porque es un hombre de ciencia y conoce muy bien su pequeña porción en "la tierra donde vive”. Habrá que decir, de él, que es un sabio-ignorante” ya que, dependiendo del tema en cuestión, se comportará de una u otra manera.

Hoy día podría decirse que la situación se ha acentuado y generalizado hasta tal punto que todo el mundo, cualquier individuo, opina. O, mejor dicho, impone su opinión sobre cualquier materia. El hombre-masa es "especialista en todo” o como llamaríamos los argentinos, "es todólogo”, y más que nunca se siente en posesión o "dueño de la verdad", su verdad, y trata de imponerla.

 

  • Errores del pasado

En el hecho de que se vuelven a cometer las mismas equivocaciones del pasado. El hombre – masa no ha aprendido, no ha escuchado lo que la historia tiene que contar y lanza revoluciones sociales, políticas y culturales que no triunfarán porque simplemente "no escucha”, no aprende, por lo que tropezará en la misma piedra una y otra vez. "Con el pasado no se lucha cuerpo a cuerpo. El porvenir lo vence porque se lo traga. Al pasado, si se le echa, vuelve, vuelve irremediablemente”, en otras palabras "debemos aprender del pasado, para así vivir el presente y proyectarnos en el futuro”.

La sociedad de masas crea el Estado para el servicio de sí misma. ¿Cómo es posible entonces, que el resultado sea el inverso y que la masa acabe estando al servicio del mismo? O en palabras del autor español, "el andamio se hace propietario e inquilino de la casa”. Con estas palabras entra de lleno en la explicación de cómo y por qué han aparecido los fascismos en Europa y aquí en América también, en los que una sola persona se hace dueño o manipulador del órgano creado por todos (el Estado), abusa de él y lo pone a su servicio, sin entender que "el Estado somos todos”. A modo ilustrativo, es el caso de Benito Mussolini, también imitado aquí en América, que, una vez en el poder sólo tuvo que emplear la máquina del Estado de forma extrema. Las herramientas creadas por la democracia liberal ya estaban establecidas. Solo tenía que saber cómo utilizarlas y en algunos casos también fueron distorsionados.

El hombre – masa no ha aprendido, no ha escuchado lo que la historia tiene que contar, y actualmente, se encarga de lanzar revoluciones sociales, políticas y culturales que no triunfarán porque este hombre que no escucha, que no aprende, tropezará indefectiblemente, siempre en la misma piedra una y otra vez. Lo que inteligentemente propone Ortega y Gasset es que ante la falta de un "proyecto en común”, el "hombre – masa” se eleve en términos culturales, "para dejar de ser un rebaño de ovejas”, dirigidos muchas veces, por los demagogos, deshonestos e inútiles de la política.

 

Por Jorge Reinoso Rivera
Periodista