Por el lateral. Rodrigo Mora trata de sacarle el balón a Lisandro Magallán. El River de Gallardo tuvo la fórmula para frenar a Boca y lograr un nuevo título para su repisa de trofeos.

 

River recuperó la sonrisa y eso tuvo un responsable: Marcelo Gallardo, ideador y ejecutor de un libreto que no se termina mas. Esa es la razón principal de otra noche de gloria para la historia de River Plate que en Mendoza y ante 42 mil personas se dio el gusto enorme de dejar amargado al Boca invencible que marca el paso en la Superliga. River lo ganó de punta a punta con pilares básicos del fútbol como la concentración, la actitud y la contundencia. Eso y también los aciertos de Gallardo desde el banco antes y durante el partido.

Empezó sorprendiendo con el ingreso de Pinola pero ese cambio de ultimo momento le dio un socio a Maidana para resolver en el fondo. Después acertó el pleno con el ingreso de Scocco que en la primera que tocó, resolvió con enorme categoría.

Gallardo sabía que era el partido que necesitaba para terminar de cerrar un momento complejo y lo planifico al milímetro. Cuando parecía que su receta se agotaba, se reinventó para poner de pie a este River que parecía lejos de Boca en puntos y en juego. Guardo jugadores en la Superliga, eligió hasta el minuto final y con eso recuperó la mística que lo hace grande entre los grandes de la historia de River.

Con presión sobre Barrios y Cardona, con despliegue en la salida y velocidad en ataque, Gallardo supo enredar a Boca y terminó comiéndose las ambiciones del campeón argentino. Su receta no es nada del otro mundo y en River tiene intérpretes de verdad para seguir obteniendo títulos. Su estatura de ídolo crece y crece. Gallardo sabe que está haciendo historia y en Mendoza escribió uno de sus mejores capítulos.

Boca no pudo celebrar ante River. El Xeneize, que durante buena parte del segundo tiempo apretó a su rival, contó con varias chances para empatarlo pero Armani la rompió y evitó el gol. Sin embargo, el hombre clave del equipo de Guillermo estuvo desaparecido. Carlos Tevez entró poco en juego y no logró generarle peligro a la defensa rival. Los números reflejan lo poco que pesó en el partido. Apenas tocó la pelota 47 veces y, siendo el 9 de Boca, apenas realizó un remate al arco. Carlitos entró poco en juego, no se lo vio potente ni con energía. Nunca logró hacerse líder, el mismo que fue en la previa del partido. Se lo notó incómodo, atorado siempre por Pinola y Maidana. Perdido, extrañamente desaparecido.

 

El antecedente

Historia invertida

La de anoche no fue una final más. Es que la última final mano a mano entre River y Boca se remontaba al año 1976 cuando definieron el Nacional de ese año y lo terminó perdiendo el Millonario.