Es corriente que la humanidad ensaye sus posibles futuros a través de la ficción. Configura una de las funciones del arte, además de entretener, el ir dándole forma a la realidad articulando ideas, imágenes y palabras. La ciencia ficción, por caso, se enfoca en lo que posiblemente emerja de la tecnología. En las imaginadas sociedades del mañana encontramos a la novela distópica. George Orwell, notable escritor británico, publicó en 1949 su célebre obra "1984”. En ella planteaba un mundo entonces imposible, en el que un Estado podía vigilar cada movimiento de los ciudadanos, e inclusive su pensamiento. Lo llamaba el "omnipresente Gran Hermano”. El arte, de tal forma, sugería el tema ante la sociedad, intentando definir fronteras. Es decir, exploraba un futura necesidad de delimitar una vigilancia estatal sobre los individuos.
Actualmente, las vertiginosas ciencias y técnicas imponen un futuro para el que no habíamos siquiera tenido tiempo de acomodar nuestras perspectivas conceptuales. El arte ya no tiene tiempo de imaginar lo que se transforma en presente. Una continuidad incesante de innovaciones, en todos los campos y áreas de la actividad humana, llega a desconcertar. Como ejemplo, en naciones con megalópolis populosas, como es el caso de China, se ha implementado un sistema de reconocimiento facial de cada ciudadano.
Al instante, el artilugio portátil alerta al agente de policía si una persona que tiene en su campo visual está siendo buscada por algún delito, por citar un caso típico.
Esto podría ser de gran utilidad para reducir, de manera sustancial, casos de delincuencia o atentados terroristas, entre otros delitos. No obstante, también tal sistema está constantemente registrando a todos los transeúntes, pudiendo determinar dónde se encuentra cualquiera de ellos en todo momento. Evidentemente, la privacidad es la víctima absoluta en estos casos, que pasa a ser un dato administrado por el Estado. En el caso de China, tal vez por su tradición política, no sólo no niegan que esto es así, sino que han puesto en marcha un sistema de "Reputación Digital”. Es decir, si alguien cruza la calle fuera de la zona peatonal, le reducen la puntuación. O si cualquiera arroja algún residuo en la vereda, también tendrá la misma sanción. Ya se han presentado casos de personas que han precisado realizar algún trámite, o han necesitado viajar, y han encontrado obstáculos por tener un puntaje demasiado bajo.
La influyente publicación The Economist se ha referido a China como "el primer Estado totalitario digital del mundo”. Contrariamente, hay quienes aseguran que esta vigilancia ya estaría subrepticiamente en marcha en todo el planeta, a través del teléfono celular de cada cual.