Señor director:

Después de leer el poema "La rosa deshojada", de Santa Teresita del Niño Jesús, que escribió a los catorce años de edad, reflexioné sobre estos versos tan profundos, reflejo de la riqueza del corazón de una niña mística que nos recrea y eleva con su santidad de vida. Es un poema impregnado de amor, que expresa hasta dónde llega su entrega. Teresita es la rosa que se deshoja día a día. Se van diluyendo sus fuerzas por la enfermedad que padece. Pero su amor va en aumento. Es un amor oblativo y un legado para todos. Pienso en todos los santos que como piedras preciosas forman los cimientos de la Iglesia, junto a la piedra angular que es Cristo Jesús.

Hay muchos que brillan en sus profesiones, sea aquí o allá, en tal o cual institución, trabajo, profesión, sea joven o adulto, religioso o laico; por un lado está bien, pero es meritorio, como Teresita lo expresa, deshojarse por amor a Él y al prójimo; deshojarse en el silencio y en la oración. Deshojarse en la marginación, deshojarse en aceptar que se les critique sin motivo, o que se les mal interprete. Que esta expresión de Santa Teresita sea también en nuestra vida, un modelo a imitar: "La rosa deshojándose se entrega a cada instante con ansias de no ser. Como ella quiero yo buscar mi dicha, dándome toda, mi Jesús del todo a Ti".