Como adelanto de su flamante disco Soy y Seré Vol. 2, el próximo sábado 4 de julio, Oscar Esperanza Palavecino hará su debut en el universo virtual con un streaming, desde su casa, en tanto que, cada viernes, va sonando uno a uno, los temas que integrarán la producción. Con la cabeza puesta en la nueva modalidad de llegar al público, el cantor que saltó a los escenarios como "El Chaqueño", pañuelo al cuello y pilchas gauchas, dialogó con DIARIO DE CUYO sobre cómo decidió entrar en las redes sociales y la manera en la que trabaja para el desafío, además de reflexionar sobre sus miedos frente a la pandemia, sus pasado y presente.

 – ¿De qué manera se prepara para su debut en las redes?

– Uno pone todo, no se piensa en ganar nada, más que salvar los gastos. Trato de hacer lo mejor, siempre. Será un show con 12 temas en total, de los 2 volúmenes de Soy y Seré; todos los demás, serán clásicos. 

– ¿Quiénes podrán verlo?

– Será para Argentina con un abono de $500 y también para todo el mundo, para Uruguay, Bolivia, Chile, Paraguay, Perú, Brasil, México, Estados Unidos, Canadá, España y más… ¡San Juan también!

– ¿Cómo es su vínculo con la provincia?

– Tengo muchos amigos allá, les mando saludos a los "niñiiitos", les pido que se cuiden. Allá, están Los Inti Huama, Los hermanos Canto, Pascual Recabarren y tantos otros; allá, canté tonadas y fui parte de las cabalgatas a la Difunta Correa a caballo. Siempre fuimos bien atendidos allí.

– Ahora, el contacto deberá ser virtual ¿Cómo toma este cambio de ámbito? 

– Es la única manera, hoy por hoy, de estar con la gente. Además, vamos sacando un tema por semana hasta que llegue el show. Antes, uno sacaba el disco y la gente lo tenía todo junto; ahora, tiene para ir escuchando más despacio. Hay uno que se llama Río de las razas que, por primera vez, grabo mezclando el castellano con el wichi, una lengua que utilizamos para saludarnos o cuando no queremos que otros nos entienda. 

– ¿Cuándo aprendió ese dialecto?

– En la escuela, cuando niño. Por eso, en este tema comparto parte de las vivencias de la gente del chaco salteño y lo que atraviesa ante las constantes crecientes del río Pilcomayo. Es un homenaje, con todo respeto, a quienes compartieron parte de mi vida y sobre todo mi infancia. 

– ¿Está organizando el Festival del TriChaco para este año?

– Estamos viendo cómo hacerlo. En eso estamos, no queremos dejar pasar su décimo octava edición.

– ¿Le preocupan los retos que tienen que enfrentar los artistas? 

– Todo cambió, tengo que ocupar gente para que me dé una mano porque no entiendo mucho esto de la tecnología. Es algo que no puedo entender todavía. Más adelante nos tendremos que abrazar a lo lejos, será todo diferente, seremos pocos humanos. ¡Ojalá! vuelva lo de antes, ahora, estamos como presos. Siempre nos impusieron el miedo y, ahora, tenemos este miedo de contagiarnos y contagiar a los demás. Es terrible. 

– ¿A qué le teme?

– Yo ya estoy en los 60 años, vivo de esto y tengo muchas familias que dependen de mí. Si me llegara a pasar ¿y me intuban? ¿Cómo recupero mi garganta después? Uno empieza a pensar todo lo que le podría suceder. Debe ser terrible ver cómo se va un ser querido ¡Hay tanta inconciencia! En mi casa, tengo mucho cuidado, no comparto ni el mate.

– ¿Económicamente como está la situación de los músicos?

– Hasta ahora, yo no reventé, estoy viendo cómo arreglar, pero no hay trabajo. Ahora, voy a hacer un streaming pero no a todos les fue bien y es algo nuevo, los gastos están, hay que ocupar cámaras y otros equipos. Se hace pesado.

– ¿Qué queda del cantor que manejaba el ómnibus?

– Tuve éxito y me hice conocido, porque esas cosas van yuntadas, pero nunca olvidé lo mío, dejé el ómnibus nada más. En ese entonces, era garganta vaga, le di paliza, cantaba todo el tiempo, no tenía nervios. Cuando me hice profesional, la cosa cambió; comenzaron las preocupaciones. Igual que cuando un futbolista patea un penal frente a la platea y le erra; me quedo cabisbajo cuando pasa una macana.

– ¿Por ejemplo?

– Me pasó miles de veces, desde un corte de luz, hasta que salga mal un instrumento y cosas así.

– ¿Le producen enojo esos casos?

– No. Hay que tratar que no. Más que darme vuelta y lanzar una palabrita…(risas). Uno depende de mucha gente y gasta para hacer todo, por eso no quiero que algo salga mal. 

– ¿Qué ve cuando se mira al espejo? 

– Me veo más viejo (risas). Tengo 60 pero me siento de 35, los otros son de experiencia. A lo largo de estos años, me quedaron marcadas muchas cosas y anécdotas. Me acuerdo cuando fuimos a Estados Unidos y Canadá en gira, no sabíamos pedir pollo, hasta que aprendimos a decir chicken; tampoco podíamos pedir ensalada y pedíamos una cosa cada vez, dame tomate, dame lechuga y así; pero está la viveza de los latinos que te hacen pedir de muchas formas. para que uno pase nervios (risas). Eran otros tiempos.

– ¿Algo que rescate del Oscar de la juventud?

– Cuando manejaba el ómnibus aprendí mucho, la ruta te deja muchas enseñanzas; al igual que el servicio militar que hice en Córdoba; todo, me ayudó a ser lo que soy hoy. Y nadie me regaló nada, todo lo gané gracias al público. Si le alegré el alma a ellos, yo le agradezco a Dios.

– ¿Cómo responde a las críticas, luego de mostrar su casa en el programa de Morfi?

– Hay gente a la que le agrado y gente a la que no y escribe cualquier cosa. Lo que tengo, lo muestro con orgullo porque son muchas noches de amanecidas, de bajarme de un escenario a las 5 y salir a las 8 para hacer otros kilómetros a otro pueblo. Cuando era chofer, hacía 2 mangos y la mitad iba a un terreno que nunca me entregaron. Yo no entré a una discográfica directamente, primero tuve que hacer casettes con lo poco que ganaba y llevarlos a las radios, todos los comienzos son difíciles.

– ¿Se sintió dolido?      

– No pasa nada. Mostré la casa sin pensar en ostentar. Todo lo que tengo lo conseguí con sacrificio. Yo fui un criollo que se crió con los nativos.

 

Dato

El sábado dará su show Se viene la primera! Desde mi Salta querida! con músicos y bailarines. Abono por Ticket Hoy ($500).