
Por el Tec. Osvaldo Olmo Gómez
Profesor de Enseñanza Agropecuaria
Imagino aquel hombre de Neandertal realizando sus tareas diarias de alimentación, vestimenta y cobijo. Es obvia la asociación con el Homos sapiens como una subespecie por ello. La realidad de aquel momento es la que lo impulsó a pensar cómo hacer para mejorar los sistemas de supervivencia, eso está claro, lo que intriga a los investigadores es en el conformar el momento mismo de la elaboración de sus herramientas, primero para la caza, la pesca y la recolección de frutos, luego en un estadio superior, ya siendo sedentario, para el cultivo de la tierra.
¿Cómo habrá sido el primer paso de una idea al diseño? Luego la materialización del proyecto, esto conlleva una infinidad de acciones no sólo intelectuales sino pragmáticas. Pasar una idea a la mano misma para realizarla es un complejo tramado de acciones conectadas por neuronas, músculos, órganos sensoriales y más, también esto infiere tiempo y posteriormente una evaluación concreta del producto, y vuelta a experimentar si fuera necesario. Para que esta compleja estructura cognitiva práctica pudiera difundirse pasaron miles de años, se debió organizar y constituir el modo pedagógico didáctico adecuado con el objetivo de transmitirlos ya como conocimientos y transformarlos en un hecho educativo.
En un comienzo y como primera experiencia estaba ese lugar denominado taller, donde herramientas y dos personajes, el artesano y el discípulo o aprendiz, que manejaban técnicas de moldeado de materiales y aleaciones, con máquinas simples que ayudaban a la labor. Ahí poco era lo que se dejaba escrito, el conocimiento se transmitía mediante la observación directa. Esto duró hasta mediados del siglo XIX cuando devino la explosión de la industria y el conocimiento de la producción no podía limitarse a lugares cerrados. En ese momento fue necesario que muchos más supieran hacer todo lo que en el taller se realizaba porque había que producir más. Apareció el motor a explosión y las maquinas de producción continua. Es ahí cuando la educación se presenta como la única herramienta para reproducir los conocimientos del taller.
En Argentina el gran desarrollo comienza con la creación de la Escuela de Artes y Oficios durante el primer gobierno de Perón y el proceso denominado de Sustitución de importaciones y las escuelas fábricas. Luego la escuelas industriales fueron constituyendo la estructura de la educación técnica.
Fue el 15 de noviembre de 1959 que se crea la Comisión Nacional de Enseñanza Técnica actualmente denominado Instituto Nacional de Educación Técnica (INET) y desde aquel entonces ha pasado mucho tiempo, pero aquí va la educación técnica pariendo técnicos capacitados para el diseño y manejo de estructuras edilicias, de cultivos y módulos de producción pecuaria, de procesos de manufacturación de productos primarios, industrialización de alimentos, de elaboración de sistemas informáticos y electrónicos, entre otras orientaciones.
Hoy es la nanotecnología y el control de procesos de producción o sistemas vinculados mediante datos precisos, atrás quedó la etapa del asombro por la computadora y la internet.
La educación técnica debe ser capaz de producir, ya no mano de obra especializada, sino técnicos profesionales, ese es el desafío y estoy seguro que lo afrontará con éxito.
