A nivel mundial el concepto de vivienda social está sufriendo una transformación que tarde o temprano deberá tenerse en cuenta en nuestro país o en cada uno de los planes habitacionales a ejecutarse en nuestra provincia. Hasta ahora la vivienda social, en nuestro ámbito, es sinónimo de vivienda barata, con un diseño poco atractivo y con servicios básicos que no abarcan todos los aspectos de la vida social, pero existe a nivel global una tendencia de que ese concepto tiene que cambiar por el de vivienda independiente, pero con espacios comunes que contribuyan a una mejor socialización de los individuos.
Este concepto pertenece al diseñador, ingeniero y profesor en la Universidad de Milán y la escuela Elisava de Barcelona, Ezio Manzini, quien desde hace años viene trabajando en lo que él denomina la vivienda colaborativa, que es la evolución del "Cohousing”. Ese es el nombre que se le da a un tipo de vivienda que intenta superar la alienación producida por la compartimentación de la vivienda actual, en la que nadie conoce a sus vecinos y en la que no existe ningún sentido de la comunidad.
Según Manzini la nueva vivienda social consiste en pequeñas viviendas independientes pero con espacios comunes, como transporte escolar, guardería, cooperativa de compra, servicios comunes.
Es el concepto que en nuestro ámbito se comenzó a aplicar en complejos habitacionales de mayor categoría como los country o barrios cerrados.
Respecto de las relaciones sociales, en nuestra provincia, hace unos años, se experimentó con intercalar grupos familiares de distintos niveles culturales y sociales en barrios del IPV. Si bien en algunas zonas la experiencia resultó exitosa, hubo sitios en que la socialización nunca se logró.
En la transformación de la vivienda social, impulsada por el diseñador italiano, hay otro fenómeno que incide decisivamente y es el del modelo de familia al que está dirigido. Hasta ahora se pensaba que la vivienda, ya sea casa o departamento, sería habitada por el padre, la madre y dos o tres hijos. Pero hay una tendencia que no para de crecer: hay personas que necesitan vivir solas o parejas sin hijos. Para ellas el modelo convencional no es viable y representa un desperdicio urbanístico.
Se ha determinado que es mucho más económico y práctico contar con la posibilidad de tener lavandería, comedor ecológico, sala de cine, sala de biblioteca o de informática donde trabajar, todo en un mismo complejo, aunque la vivienda a ocupar sea pequeña.
