Por Carlos R. Buscemi (*)
Es muy probable que el lector sumergido en la rutina de la vida ciudadana no se da cuenta. Habituado a coparse a cada momento con los cientos de mensajes con los que tropiezan sus ojos, el hombre de la ciudad ha perdido la perspectiva para entrar a considerar de qué manera influye en su vida. En la calle por ejemplo, las luces de los semáforos marcan el ritmo de sus pasos. Se desplaza en direcciones determinadas por flechas, números y nombres.

La puerta del local al que entra dice "Tire” de un lado y "Empuje” del otro. Los carteles jalonan todo su camino y dirigen sus movimientos. En los medios de locomoción le aconsejan: "Baje por la puerta de atrás”, "Mire antes de bajar”, "No descienda del vehículo en movimiento”. Llegando a su casa le aguarda una bebida refrescante: "Presione aquí” o "Gire la tapa en el sentido de la flecha”. Después de una jornada de movimientos previstos por el código, un anuncio le dice: "Un comprimido de X55 cada 24 horas le quitará el dolor”, "Silencio”, "Despacio Escuela”, "Forme fila”, "Sea breve”, "Saque número”, "Perfore aquí”, "Haga vacunar a su perro”, "No pisar el césped”, "Damas”…. realmente con sólo seguir las indicaciones cualquiera vive. Por supuesto que detrás de todas estas señales está la conciencia comunitaria que responde a un principio de organización colectiva. Es posible ver cómo el ser humano perseguido por flechas puntiagudas que lo dirigen hacia abajo, hacia arriba o en círculo, marcha mañana tarde y noche al ritmo de un sujeto colectivo. Esta sucesión de señales anula toda acción espontánea y los convierte en ordenadas marionetas. Pero lo que debemos afirmar es la necesidad del "nosotros colectivo”. El exótico tejido de flechas, signos y órdenes es índice de la época y merece la atención que se le haya concedido. Cada día una nueva flecha, un "Aléjese”, "Prohibido fumar” o "Agítese antes de ingerir”. En todo se estampa el rótulo de todo. No obstante lo comprendemos y lo entendemos, salvo en ocasiones en que muchas personas de avanzada edad lean o les digan: "Gestiónese On Line” o "Ingrese en página Web”..estos signos ¿…? cobran más vigencia que nunca.
Pero no vaya a ser lo que sucedió a los habitantes de Macondo cuando perdieron la memoria. Cuenta García Marquez que en esa oportunidad José Arcadio Buendía marcó cada cosa con su nombre: mesa, silla, reloj, puerta, cama, cacerola. Fue al corral y marcó a los animales: vaca, chivo, gallina. Pero se dio cuenta de que se podía olvidar también de su utilidad. Fue más explícito: colgó de la nariz de la vaca un cartel que decía: "hay que ordeñarla todos los días para que produzca leche; a la leche hay que mezclarla con café y hacer café con leche”. En todos lados se pusieron carteles para memorizar objetos, lugares y sentimientos; pero el sistema exigía tanta vigilancia que muchos sucumbieron al hechizo de una realidad imaginaria inventada por ellos mismos que les resultaba menos práctica pero más reconfortante.
De todas maneras insistimos en que "Presione aquí”, "Forme fila” o "Ingrese a página Web”, reside la verdad del mundo actual.
(*) Escritor.
