Hoy muchos niños crecen sin salir de un entorno urbano y su contacto con las plantas, los animales y los parajes naturales. En ocasiones esto llega a través de la escuela, libros o videos. Hay pediatras, educadores y psicólogos que ya hablan del síndrome o trastorno por déficit de naturaleza, un mal que afecta aquellos que viven alejados del contacto con entornos naturales y que se manifiesta en forma de obesidad, estrés, trastornos de aprendizaje, hiperactividad, fatiga crónica o depresión, entre otras más.
El vínculo de los niños (y de los adultos) con la naturaleza, tan antiguo como la existencia del ser humano, lleva largo tiempo desgastado. La hiperconectividad, el tiempo que pasamos frente a una pantalla, una población cada vez más urbanista, no condice con la educación escolar que reciben, ya que en materia ambientalista se dan contenidos maravillosos, pero fuera de ese ámbito, el niño sale a la sociedad y encuentra malos ejemplos. No puede replicar lo que aprendió en clase. Esta es una de las causas que han originado el llamado déficit por naturaleza debido a la carencia de interacción con fauna y flora.
El Lic. en Psicopedagogía y docente, Federico García explica, "La naturaleza ofrece una cantidad de estímulos al ser humano, hace que el niño se encuentre en un espacio abierto con sensación de libertad, con capacidad de moverse libremente, de observar los procesos que ocurren. Todas vivencias fundamentales en el desarrollo de sus habilidades de movimiento, estímulo para sus neuronas, para sus emociones y para su aprendizaje. Es una experiencia vital, la necesidad de oxigenar su cerebro y cambiar de escenarios. Por eso es a través del juego que el niño explora el mundo natural y es ésta quien le brinda el mejor marco para su juego, ya que encuentra variedad de elementos y estímulos que juntos conforman el soporte perfecto. La naturaleza no solo es necesaria para los pequeños sino para cualquier ser humano. Entre otros de sus beneficios, brinda tranquilidad, paz, espiritualidad necesaria para subsistir con plenitud y salud mental, sobretodo en este mundo vertiginoso y hoy en pandemia’.
Reparar esa relación de una manera práctica y alejada de misticismos es cada vez más necesario en el desarrollo de los chicos sobre todo en un contexto en el que pasan tres de cada cuatro horas encerrados en un cuarto y solo una jugando al aire libre. Es importante restablecer esa relación no solo yendo a un lugar abierto sino que puede ejercitarse en el patio o jardín de casa. Una relación no en cuanto a contenidos, si no a nivel afectivo y relacional. La misión de la educación es remendar ese vínculo, para que el individuo pueda ser consiente de su medio ambiente y tener empatía por la vida tanto de la flora como fauna.
El psicopedagogo señala los motivos por los que es vital integrar los espacios naturales en el modelo educativo y restaurar el vínculo con lo verde.
Beneficios que brinda la interacción con la naturaleza
A veces es suficiente un segundo para escuchar, para fijar la atención y valorar cada detalle, gesto, sonido, forma o color, esto es un muestra de los beneficios de la naturaleza en los niños.
* A practicar la paciencia: Puesto que todo proceso de cultivo requiere de un tiempo determinado y el mundo vegetal posee su propio reloj. Se lidia con la ira y la frustración, al aceptar que los frutos de nuestro trabajo hortícola no son inmediatos sino requieren su tiempo para crecer y madurar. Esto conduce a un estado de ánimo en el que nuestra mente aprende a no buscar siempre una gratificación inmediata en todos los aspectos de nuestras vidas, sintíendose satisfecho y siendo capaz de esperar por la recompensa.
* A desarrollar nuestra autoestima: Cuando a través de los esfuerzos de uno mismo, las plantas crecen, florecen y dan sus frutos.
* Respeto y cuidado a un ser vivo: El uso de materiales vegetales, necesitan cuidado y atención, crean una responsabilidad en cada niño y lo hace sentir importante y útil.
* Es un ejercicio físico: Unido al constante contacto con sabores, aromas, texturas y sonidos, estimula la producción de endorfinas, hormonas relacionadas con la sensación de bienestar.
* Observar y descubrir el ciclo de la vida y la capacidad de resolución de problemas cuando se presentan: Como se ve en el crecimiento de una planta, hay algo mágico en los poderes de la naturaleza. Y, esto se explica como las flores trascienden a través de las semillas, repitiendo constantemente el ciclo. La naturaleza es complaciente, si una planta muere, otra puede crecer en su lugar. Si se comete un error, la naturaleza nos enseña cómo evitar repetirlo. El ciclo de las plantas nos otorga la esperanza de una nueva vida y la oportunidad de volver a empezar.
* Compartir tiempo con otros: La interacción entre pares implica tolerancia, respeto, colaboración y cooperación. Valores fundamentales para el ejercicio del individuo en el desarrollo de su vida.
* Más equilibrados: El desarrollo de la motricidad tanto la fina como la gruesa, al manipular, accionar y trabajar.
* Estimular la creatividad: El mejor aprendizaje, ninguna descripción, ninguna ilustración de cualquier libro puede sustituir la contemplación de parques, bosques, flora, fauna y toda la vida que nos rodea.
Fomentar la interacción de los más pequeños con el medio natural favorece la autonomía, la comprensión y relación, la iniciativa, la investigación, el análisis y espíritu crítico desde sus primeras etapas de desarrollo.
Con pequeños hábitos cotidianos, los niños pueden aprender el valor del respeto a la naturaleza y lo importante que es conservarla.
El contacto con la naturaleza es muy importante no es una moda ni una retórica sobre la calidad de vida; hay datos empíricos que demuestran que influye en el bienestar psicológico y emocional y sobre las capacidades intelectuales de las personas.
Fuente: Lic. en Psicopedagogía y docente, Federico García – Mat. 370
