La violencia juvenil no es algo nuevo. Sin embargo, en el comienzo de este año, se nota un rebrote más virulento. El epicentro de esta escalada fue Villa Gesell, una pequeña ciudad costera que desde hace más de una década tiene antecedentes de agresiones en boliches, en las calles e incluso en la playa, donde hace unos días se vio a grupos de jóvenes arrojarse botellas de vidro a modo de "diversión” y grescas permanentes por diversos motivos. Hasta allí llegan miles de jóvenes que la eligen para pasar sus vacaciones entre amigos, alcohol y violencia callejera. En ese lugar, la madrugada del 18 de enero pasado, Fernando Báez Sosa, de 19 años fue atacado en la calle por un grupo de al menos 10 jóvenes de entre 19 y 20 años, amigos entre sí y que juegan al rugby en la localidad de Zárate, provincia de Buenos Aires, de donde son oriundos. Los golpes de puño y puntapiés recibidos por la víctima, lo dejaron muerto en una vereda céntrica. Lo que se inició en el interior de un local bailable, desembocó en un crimen afuera del recinto. El hecho provocó conmoción en el país. Tanto es así que miles de personas se manifestaron en una masiva concentración frente al Congreso Nacional el pasado miércoles. La consigna fue pedir justicia por éste y otros hechos similares sin sentencias. Pese al reclamo generalizado desde el mismo momento en que se conoció el asesinato de Fernando, también ocurrieron en el país actos de violencia en distintos ámbitos con el común denominador de exceso de alcohol, drogas y falta de controles por parte de las fuerzas del orden, como para prevenir y en todo caso, evitar estas escenas que nacen en un local privado y terminan en la vía pública. La violencia juvenil se vio difundida en los medios de comunicación con imágenes subidas a las redes sociales por parte de distintos usuarios, lo cual aumentó la ola de indignación en la población. En los hechos suelen participar hombres y mujeres por igual, sin distinción de clases sociales. También en los estadios de fútbol como en Independiente Rivadavia de Mendoza y Nueva Chicago, en el barrio porteño de Mataderos, se registraron en los últimos días hechos violentos con armas blancas y de fuego en las denominadas internas de barras bravas, donde se pudo ver jóvenes, entre ellos mujeres en las grescas.

Ante esta escalada de violencia juvenil, se hace necesario reflexionar y tomar medidas conducentes a frenar esta clase de hechos, mediante la prevención y represión, pero también convocando, tanto el gobierno nacional como los provinciales, a especialistas para que disciernan sobre las causas y las soluciones efectivas para desactivar esta ola de violencia, a veces individual y otras en masa o en manada. Todas con una total falta de frenos inhibitorios propios del respeto a las familias, a su educación, a la autoridad y también al deporte que los identifica.