La vitivinicultura es una de las tantas economías regionales que no la venía pasando nada bien en los últimos años. ¿El motivo? El aumento de los costos de producción y el atraso en el tipo de cambio, lo que hizo perder competitividad a las industrias. Por eso, gran parte de la producción de vino se volcó al mercado doméstico y esto produjo un excedente de 200 millones de litros, lo que impactó a la baja en el precio local.
Pero ante las últimas medidas oficiales, como la quita de retenciones al vino (eran del 5%), la apertura de las exportaciones y la mejora en el tipo de cambio, las expectativas para el sector cambiaron favorablemente.
“Este año será de transición, porque la vitivinicultura debe armar un nuevo esquema y prepararse para el año que viene”, explicó a Clarín Rural Eduardo Sancho, productor y presidente de la Federación de Cooperativas Vitivinícolas Argentinas (Fecovita).
“El productor de vino no tuvo rentabilidad en los últimos tres años. Hoy, el valor del kilo de uva ha aumentado un 50% porque se espera una baja en la cosecha por los eventos climáticos adversos. Pero al tener una merma en la producción, las cuentas al productor todavía no le cierran”, describió el especialista.
De todas maneras, Sancho celebró la medida de abrir exportaciones, para no volcar toda la producción vínica en el mercado doméstico y evitar así un sobretock que haga caer el precio.
Por su lado, el gerente de la Asociación de Cooperativas Vitivinícolas (ACOVI), Carlos Iannizzotto, señaló que en la última parte del año pasado las medidas macroeconómica hicieron cambiar las expectativas del sector, pero aclaró que estas modificaciones no tienen una repercusión inmediata. “La situación no ha cambiado en absoluto con respecto a los últimos años”, afirmó el dirigente.
Sin embargo, para Iannizzotto, sí hay un cambio fundamental, que radica en que “los dirigentes nos están atendiendo para solucionar los problemas”. En este sentido, consideró positivas algunas medidas recientes, como la creación del Consejo Consultivo Agrario por parte del Banco Nación, para apoyar a cada economía regional crediticiamente, y la ayuda oficial de $ 75 millones para sacar el sobrestock de vino del mercado.
En paralelo, Hilda Wilhelm de Vaieretti, presidente de la Corporación Vitivinícola Argentina (COVIAR), coincidió en que actualmente la situación del productor primario es la que más complicada está, por los altos costos de producción y el bajo precio del producto.
“Hace tres años que el productor de uva recibe lo mismo y este contexto de alta inflación ha socavado la rentabilidad”, denunció de Vaieretti, quien además sufre en carne propia estas cuestiones porque es productora de la zona de Lavalle, al sur de Mendoza.
Según estimaciones del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), en 2016 se producirán en el país entre 19,6 millones y 20,6 millones de quintales de uva, un 14% menos con relación a la vendimia del 2014/15, cuando se habían cosechado casi 24 millones de quintales.
Por último, opinó Pedro Strólogo, vitivinicultor de Mendoza, quien produce en 5 hectáreas y tiene una pequeña bodega de vino malbec. Por temporada produce 350 quintales de uva, lo que equivaldría a 24.000 litros de vino.
Según Strólogo, las cooperativas son el único recurso que tiene el pequeño productor para sobrevivir, porque son las que mejor pagan. “No puedo conseguir que mis hijos se queden, porque el negocio no es rentable. La juventud se termina yendoa las ciudades”, comentó para describir la situación que atraviesa el sector. “No estoy teniendo rentabilidad pero tampoco estoy perdiendo. Al menos, pago los costos”, concluyó.
Fuente: Esteban Fuentes para clarin.com