
¿Por qué esta pasividad indescifrable? ¿Será que la saturación del ambiente, como un péndulo, me trasladó al otro extremo? ¿Será que debemos "descubrir algo nuevo"? No estar inmerso en la marea desgastante. ¡Alejarme del medio oxidante!, no respirar de seres intoxicantes…
La sociedad se está enfermando. Como epidemia, extiende la desazón, el descreimiento. Sobreviene el desasosiego por el futuro incierto, el temor a este declinar económico y jurídico. Inseguridad y abatimiento. Es que la política desvirtuó su finalidad, se convirtió en un búmeran para el ciudadano. Sobredimensionó su estructura, se convirtió en un temor público. El que está fuera de ella, está desprotegido. Este panorama está fuera de la mirada de los seudopolíticos, abocados simplemente a buscar su asiento en el engranaje del funcionariado Público. Allí su bienestar y si es el Congreso, con megaprotección parlamentaria. Justo a medida de los deshonestos, que son seres intocables (hagan lo que hagan, o dejen de hacer lo que deben). No escuché a nadie proponer bajarse los sueldos para disminuir el gasto público. No escuché cómo incentivarán la producción. Ni cómo frenarán la inflación. sí los puestos a ocupar. Tan sólo el Congreso Nacional tenía, al año 2018, 16.196 empleados, es decir 948 más que en 2016, según la base de datos del Presupuesto Nacional 2016, 17 y 18.
Debemos actuar en este presente, como en "economía de guerra". Tener muy claro el orden de prioridades. No malgastar. Hacerlo e invertir en planes productivos. Fuentes de trabajo que dignifiquen al hombre por su esfuerzo y capacidad. Estas no son palabras: ¡son hechos a realizar!
Señores funcionarios, recuerden que su misión es ser servidor público. Solamente el que tenga vocación para ello debe ocupar puestos. Con el sacrificio y capacidad que significa. Es urgente el replanteo de conceptos e instituciones desvirtuados. Hace a la "salud" de nuestra sociedad, y el bien de nuestra Patria.
