Desde hace apenas un día comenzó en San Juan una nueva construcción. Y ojo que no se trata de una edificación cualquiera, sino de una que pretende ayudarle a cambiar la vida a muchos niños y adolescentes. Especialmente aquellos que tienen dificultades para comunicarse y relacionarse con los demás ya sea por una patología, un trastorno o por determinadas características de la personalidad como puede ser la timidez extrema.

Dos psicólogas, una psicopedagoga y una kinesióloga comenzaron ayer a recibir a los participantes del primer Club Lego de San Juan "Somos del mismo Planeta", tal como denominan a la terapia grupal descubierta de casualidad en la sala de espera del consultorio de Daniel LeGoff, hace algunos años ya, pero que en el país y puntualmente en la provincia, está dando recién sus primeros pasos. Según especifica Claudia Bellido, quien coordina esta iniciativa, San Juan es la primer provincia del interior del país, luego de cuatro terapeutas de Buenos Aires, en abrir un consultorio que basa su trabajo en los viejos y conocidos Ladrillitos.
Por eso, la propuesta es ni más ni menos que ir a jugar. En otras palabras, construir, levantar paredes, darle forma a diferentes figuras e inclusive personajes. Pero con otro sentido y objetivos claros.
"Este es un espacio para niñas, niños y adolescentes, de entre 6 y 17 años, con desafíos en el desarrollo y dificultades en la interacción con sus pares. Está recomendado para personas déficit de atención, autismo, pero también para chicos con problemas de inhibición, problemas para relacionarse con sus compañeros de la escuela o en otros contextos. Al armar una construcción con los bloques se hace un trabajo colaborativo que permite trabajar habilidades y competencias sociales, como la comunicación (capacidades lingüísticas como la descripción de las piezas del juego que son necesarias para lograr una figura y capacidades narrativas como el relato del paso a paso en la construcción), pero también el automonitoreo, autorregulación de emociones, el manejo de las frustraciones, el establecer reglas, buscar la solución de problemas o situaciones adversas que se presenten, la colaboración entre los participantes, la automotivación, además de gestionar habilidades motrices finas y gruesas, la coordinación visomotora y funciones ejecutivas. Fuera de todo esto, es un espacio que si bien se hace en el contexto de un consultorio, se llama club porque se prioriza que los chicos se hagan amigos, disfruten el momento y jueguen mucho", detalla la psicóloga especializada en evaluación y tratamiento del espectro autista -Claudia Inés Bellido- que lleva la voz cantante del equipo que conforman además su colega Vanesa Brunetta, Gabriela Estevez (psicopedagoga) y María Marta Pringles (kinesióloga). Ellas, en plena pandemia, hicieron la formación el Legoterapia con el propio doctor LeGoff (ver El mismo objetivo)
Herramientas de trabajo
Hay dos puntos claves de la terapia: por un lado, los famosos ladrillitos o bloques de plástico, de siempre. No hay piezas especiales, ni tamaños diferenciales, ni elementos extras. "Se puede utilizar la variedad de líneas que ofrece el mercado, los comunes o los que permiten armar dinosaurios, superhéroes, autos con rueditas, entre otros. Todo sirve. Lo bueno es que al haber multiplicidad de kits, se puede captar mejor el interés del niño participante", cuenta la profesional. Un detalle es que aunque pueda parecer una cuestión con tintes comerciales, las profesionales involucradas explican que la evidencia científica se ha comprobado con los bloques de esa marca internacional. "Lego tiene una forma muy clara de dar instrucciones a los niños y eso es un beneficio en este caso. Por eso hemos adquirido diez kits diferentes para trabajar en el consultorio de San Juan. De todos modos, hay que tener en claro que los Lego vendrían a ser el instrumento, porque lo esencial es la participación del niño en los grupos", dice Claudia y justamente define en esta última afirmación el segundo elemento fundamental del trabajo psicológico: ser parte del grupo, en el que se van creando dinámicas a partir del juego.
"No se trabaja de manera individual porque se lo considera una tarea cooperativa. Solo aquellos casos de niños con conductas disruptivas o agresivas, transitan una instancia personal con el equipo, para prepararse para el trabajo con el resto", agrega.
Justamente cada equipo o grupo de niños -que siempre es el mismo- se conforma de acuerdo a la edad y las características personales de cada participante. Para eso hay un trabajo previo con el chico y su familia por medio de entrevistas.

En principio, son de dos o tres integrantes los fundamentales aunque puede aumentarse la cantidad de chicos en cada grupo. "La idea es que el trabajo sea a largo plazo, para ir superando niveles a medida que vayan desarrollando habilidades sociales e inclusive soñamos con hacer encuentros con otros clubes Lego del país", asegura la coordinadora, aclarando siempre que es un proceso complementario y que no reemplaza o sustituye a ninguna terapia tradicional.
El grupo es indispensable porque la terapia consiste en la construcción de una pieza a partir de diferentes roles que cumple cada participante, con sus funciones específicas, las que los obligan o, mejor dicho, incitan, a interactuar. "Uno es el proveedor que es quien busca las piezas que se necesitan y las entrega al constructor, el rol más atractivo porque es el que va edificando, pero a su vez recibe algunas órdenes o premisas que le da el ingeniero que tiene una doble tarea: describir cada bloque que se necesita y a su vez indicar dónde va esa pieza. Los tres roles abren circuitos de comunicación entre sí y la propuesta es que se vayan cambiando en cada encuentro o en diferentes momentos de la misma jornada, lo que permite la flexibilidad del niño para no quedarse encasillado en una tarea. Son los mismos participantes quienes definen que hace cada uno", explica.
Los encuentros están pautados en sesiones de dos horas, cada quince días. Es que no es solo juntarse a jugar, sino que hay una serie de pautas a cumplir desde el comienzo de estas sesiones tan especiales, que incluyen desde saludarse, una conversación de lo vivido en la semana, para luego dar lugar a la elección de la caja de ladrillitos para trabajar y la determinación de los roles. Al finalizar, hay un tiempo para fotografiar el resultado obtenido -que luego se compartirá con las familias-, un momento para desarmar la construcción y dejar el espacio en condiciones.
Para saber más
El equipo del Club Lego funciona en el Centro Interdisciplinario Ceiba (Santa Fe 429 este). Para mayor información contactarse al 264-5824847, de lunes a viernes de 15:30 a 19:30 horas.
El mismo objetivo
Cuando el carpintero Ole Kirk Cristiansen decidió dedicarse exclusivamente a fabricar juguetes apeló a una combinación de palabras danesas para nombrar los bloquecitos: "Leg godt" -que se simplificarían como Lego- que significa "jugar bien". Coincidentemente muchos años más tarde, un neuropsicólogo infantil yanqui, Daniel LeGoff -al observar a dos de sus pacientes de 8 años, ambos con Síndrome de Asperger, vincularse naturalmente gracias a un juego de ladrillitos que uno de ellos había llevado. Para su sorpresa, jugaban y dialogaban sin problemas- recurrió al mismo concepto para proponer una terapia que promueve la posibilidad de relacionarse e interactuar con otros que participen en la misma actividad de construcción. Así nació la Legoterapia, como herramienta significativa para muchas familias.
