Un aroma "a campo, a naturaleza, a hojas recién cortadas" invadió y cautivó el Centro Cultural Kirchner por estos días, en plena Capital Federal. Justamente parecía emanar de un rinconcito de la Feria "Creadoras del Tiempo", en el marco del Matria (el Mercado Nacional de Artesanías Tradicionales e Innovadoras Argentinas del Ministerio de Cultura de la Nación), en el stand donde latía la presencia sanjuanina. Allí dos albardoneras expusieron, entre el 3 y el 6 de marzo pasado, decenas de cestos construidos de hojas de palma y de hojas de sauce, la fuente de ese perfume.

 

Por eso no fue casual que a Erica Remetería y a su mamá, Elsa Mercado, muchos de los visitantes al lugar, les pidieran permiso para quitarse por unos minutos los barbijo -evadiendo las estrictas normas y protocolos del lugar- para inhalar el material y "llenarse" de naturaleza. Esa experiencia que se repitió en buena parte de la nutrida concurrencia, además del honor de haber representado a su provincia como artesanas, es lo que esta dupla cargó con orgullo, a su vuelta.

Nobleza obliga decir que los concurrentes que se volvieron fanáticos de ese agradable perfume no estaban equivocados. Madre e hija -con ayuda del marido y padre respectivamente de las artesanas- recurren a diario a seleccionar y cortar la vegetación que crece en toda la extensión de la finca que habitan en Las Lomitas, en Albardón y también los sauces que van quedando en la zona de "El Zanjón", también en el departamento. Con esa materia prima es con la que hacen sus trabajos de principio a fin: ellas también se ocupan primero de dejan secar las hojas de palma por 15 días, en cambio a las de sauce las tienen que utilizar de inmediato. Ya sea de uno u otro árbol, las anudan, las van uniendo o tejiendo entre sí, como si fuese un espiral y con ayuda de una aguja sin punta, para darle forma a sus recipientes y contenedores que sirven de paneras, de fruteras, de hueveras, de costureros o sencillamente de centros de mesas rústicos y vistosos.

"A la gente le llamaba la atención y no podía creer que ese aroma era de nuestros cestos. Y venían a preguntarnos y a corroborarlo. Es más llegaban a decirnos que si en la exposición había otros objetos similares no desprendían el mismo perfume. Será que llevamos un poquito de Albardón mismo", dice aún sorprendida Erica Rementería, quien atribuye a su cotidianidad con la materia prima, la falta de atención del perfume que deja en el ambiente.

Los cestos de su autoría y de su mamá no sólo fueron bien ponderados, sino que además les abrieron puertas en varios locales de diseño de Buenos Aires, como así también en tiendas sustentables,

De generación en generación

Los principales secretos de cestería que hoy les elogian en todo el país, los aprendieron de las abuelas. Tanto del lado paterno como materno. Pronto Elsa replicó la tarea que su madre y su suegra hacían para proveerse de elementos para sus casas, e inclusive supo transmitirla a los integrantes de su familia. De hecho, en algún momento, todos estuvieron involucrados en la tarea, inclusive sus otros hijos Miguel y Yésica, aunque en la actualidad, las labores con los recipientes y otras artesanías, ha quedado bajo la exclusividad de Elsa y Erica.

Claro que hay un salto de aquello que hacían las antecesoras, a lo que presentan en las ferias. "Hace unos cuántos años ya, tomamos un taller con una señora de Médano de Oro para aprender a hacer sombreros de palma. Ella enseñaba todo el proceso y cuando hacía la selección del material, había una parte de las hojas que desechaba. Nosotras lo vimos y de inmediato nos acordamos de los cestos que hacían mis abuelas porque usaban para eso el cachiyuyo, que a lo mejor en el centro no se conoce, pero en los departamentos alejados sí porque es un yuyo que crece en las cercanías de la cordillera. Obviamente nosotras tratábamos de imitar lo que hacían las abuelas, pero nos falta ese material clave porque ya no se conseguía. La profesora, sin quererlo, nos dio la solución para reemplazar el cachiyuyo, así es que de algún modo repetimos esas viejas artesanías pero usando un material que tenemos a mano y que como si fuera poco, es un material bastante noble, muy manipulable siempre y tiene la facilidad para permitirnos elevar las paredes de los cestos como nos gusta", explica la más joven del equipo.

Hasta hace un tiempo, también teñían artificialmente las hojas. Ahora, apuestan a que sus trabajos sean más naturales y esto los hace más valorados aún. Para lograrlo, aprovechan todo lo que les brinda la naturaleza. "El secado nos da una paleta de colores tierra muy bonitos y combinables entre sí. Por ejemplo, si la hoja de palma se dejó a la sombra va a quedar un poco más verde que si lo pongo a secar al sol que torna más amarillento y tiende a los beige. Pero si cortó la palma antes que abra la hoja, queda mucho más amarillo aún y si saco una hoja de la palma que se haya secado en el mismo árbol da un tono más dorado. Para adornarlos o hacer las terminaciones utilizamos chala de choclo, las vainas de algarroba, la semilla del carozo del durazno y del damasco. Todo material vegetal no sirve. De a poco, vamos experimentando con todo lo que encontramos en el campo", detalla Erica que sigue la tradición de enseñar y transmitir esos saberes ancestrales ya no en el ámbito familiar, sino a terceros. A veces la acompaña su mamá en esta tarea, otras, la hace ella sola valiéndose de su título de Profesora de Artes Visuales -recibida en la Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes-. Da talleres en la Casa de la Cultura de Albardón (están por comenzar esta semana), también en el municipio de Rawson, en el Mercado Artesanal de la provincia y en la Casa de Sarmiento. Es una de las alternativas que brinda el oficio que más le gusta.

Vale aclarar que no solo tejen o anudan canastas, paneras o costureros. Son artesanas multifacéticas: además de la cestería, también se dedican a hilar lana de oveja, teñirla y a los tejidos al telar (como caminos de mesa, chales, alforjas, materas), la preparación de dulces caseros y panificados tradicionales para acrecentar los ingresos. Ellas son conscientes que muchas piezas no pueden cobrarlas como quisieran porque, sencillamente, no se paga lo que vale, según ellas mismas sentencian. "Como se puede vivir exclusivamente de las manualidades porque llevan tanto tiempo y tanta dedicación, complementamos con otras habilidades manuales. Así es que nos hemos reinventado, con ayuda de mi hermana Yésica y muchas veces, para el Día de la Madre, el Día del Maestro o para fin de año hacemos un combo: en los cestos de palma o de sauce colocamos algunos dulces y así se potencian ambos emprendimientos", cuenta las mujeres que tienen asistencia perfecta en la feria de los domingos en el Parque de Albardón, en las ferias agroproductivas que hace el Ministerio de la Producción en el Parque de Mayo y otros eventos similares.

Claro que esta vez llegaron más lejos. A la meca del arte, como el Centro Cultural Kirchner y en un ámbito en el que convocó a artesanas con mucha historia y mucho talento.

"Cuando nos convocaron para ir a Matria, no nos dieron mayores explicaciones. Solo nos dijeron que la condición era llevar un stock considerable. Obviamente con mi mamá nos entusiasmamos pero a su vez, nos pusimos a trabajar tres semanas sin descanso para poder alcanzar las casi cien piezas de cestería que eran para exposición y para venta. Era tal el ritmo que tuvimos que nunca se nos pasó por la cabeza pensar que seríamos las representantes de la provincia en un evento tan importante y con artesanas de diferentes rubros, de todo el país. Y más teniendo en cuenta la calidad de artesanos que tiene San Juan. Recién cuando estábamos por irnos, nos dijeron que íbamos solo nosotras. Fue una gran alegría y un gran orgullo este reconocimiento", dice la mujer que se lamenta porque cada vez haya menos seguidoras de los tejidos en totora, en palma y sauce. En cambio, en mimbre hay más expertos en la provincia.

Erica confiesa que ella disfrutó mucho de este espacio, al que había ido en otra oportunidad, pero hace más de 10 años. como artesana local para un programa de Identidades Productivas con los que se pretendía construir colecciones de objetos artesanales, a cargo de representantes de todo el país. También ha llevado sus objetos a encuentros de artesanos en Chapadmalal, Mar del Plata, Santiago del Estero y Cosquín.

Para saber más

Un espiral que va aumentando de diámetro y que puede tomar diferentes formas: desde circular a oval e inclusive cuadradas. Así son los recipientes que tejen. Los cestos que ellas realizan sólo sirven para colocar elementos secos y no húmedos porque al ser a base de un material vegetal, si llegaran a tomar contacto con humedad, podrían generar un hongo y arruinar el objeto. a un programa que se llamaba entidades productivas

Para ver lo que hacen o hacer encargues se las puede contactar al teléfono 264-4697911 (por Whatsapp).

"Por suerte vivimos en una finca en Albardón y ahí tenemos palmas en todo el predio, inclusive de diferentes tipo. Para recolectar las hojas de sauce tenemos que ir hasta el famoso Zanjón, una zona muy conocida del departamento. Hasta hace poco había allí un bosquecito de sauces que lamentablemente, al cortar el ingreso de agua, se ha ido secando. Quedarán, de los 20 árboles, unos dos o tres. Es una pena. Esto nos obliga a buscar alternativas y seguir experimentado".
Erica Rementería, experta en cestería a base de hojas de palma y sauce.

Creadoras de todo el país

Más de treinta son las mujeres que llevaron sus conocimientos ancestrales, sus técnicas, coloridos y formas diferentes a este encuentro. Cada una con una historia a cuestas, un intento por diferenciarse y una necesidad de ganarse la vida con sus propias manos. Esta fue la tercera edición del evento nacional que hizo foco en las tradiciones pero también la sustentabilidad de la producción artesanal y el rol de las artesanas como "guardianas de la tierra y transmisoras de saberes".

Además de las sanjuaninas estuvieron presentes Ana Nahuelñir (tejedora mapuche y experta en tintes naturales de General Roca, Río Negro); Silvia Rinque (retrafe o platera mapuche residente en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires); Guillermina Zárate y Andrea Aguilar (tejedoras de la lana de vicuña, llama, oveja y algodón de Fray Mamerto Esquiú, Catamarca); Soledad Armella y Tamara Santos (tejedoras y expertas en tintes del pueblo Colla la Cooperativa PUNHA de Abra Pampa, Jujuy); Libertad Córdoba y Nilda Becerra (hilanderas, teñidoras y tejedoras del pueblo Ranquel de Santa Isabel, La Pampa); Elba Cristina Sosa y Juana Margarita Ariza, randeras o hacedoras de puntillas de encaje y otros materiales textiles de El Cercado, Tucumán); Telecidia Pérez y Maria Belen Díaz (tejedoras del colectivo Thañí, comunidades Wich’í de Alto de la Sierra, Salta); Hilda Rosa y Sandra Saravia (ceramistas Tutiati Chané de Campo Durán, Salta); Flora Parraga y Flor Cruz (ceramistas Kollas de San Salvador de Jujuy, Jujuy); Romina Primo y Gladys Della Schiava (joyeras de la Ciudad de Córdoba); Susana Juarez (artesana cestera de Río Hondo, Santiago del Estero); Juanita González y Laura Cabaña (artesanas cesteras de la Comunidad Mbyá Guaraní Ivitú Porá, Misiones); Adelia Castillo y Gregoria Claudio (cesteras Qom de El Espinillo, Chaco); Carina Goldman (ceramista de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires); Alcira Farfan (ceramista Kolla residente en Banfield, Buenos Aires); Silvina Grande (artesana de la madera de Vicente López); Teresa Gutiérrez (artesana Wich’í residente en Tigre); Mirta Ostroff (mascarera y artesana del cuero de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires); y Cecilia Calvet (fileteadora porteña).

 

Por Paulina Rotman
Fotos: colaboración Ministerio de Cultura de la Nación y prensa Ministerio de Turismo y Cultura de San Juan