En un nuevo aniversario de la fundación de San Juan, recordado ayer 13 del corriente, el Museo y Biblioteca de la Casa Natal de Sarmiento adhiere a este acontecimiento a través de algunos escritos de nuestro ilustre prócer Domingo Faustino Sarmiento.
En su pensamiento, celebrar las fechas significativas tenía la importancia de fijar en la memoria parte de este patrimonio intangible y legarlo a las futuras generaciones.
A pesar de vivir la mayor parte de su vida lejos de su terruño, no olvidó a su provincia y su interés por su bienestar y por su historia queda patentizado en los diversos artículos escritos sobre el tema, especialmente en su libro "Recuerdos de Provincia".
"…Por fortuna, tengo aquí a mi lado a mi madre y ella me instruye de cosas de otros tiempos, ignoradas por mí, olvidadas de todos…" menciona cuando escribe el citado libro, en el que ha querido evocar sus reminiscencias, la memoria de sus deudos y apegase a su provincia, al humilde hogar en que nació.
A Sarmiento le gustaba contar episodios de la vida cotidiana que la Historia como disciplina no registraba, de manera tal de trasmitir como una comunidad había vivido y sentido tal o cual acontecimiento.
Sus diversos escritos así lo testimonian y en este caso particular nos referiremos a su relato sobre las brujas de Puyuta que trae a colación al rememorar a Ña Cleme, una mendiga a quien su madre protegía y que se tenía por bruja.
"…No fue nunca perseguida Ña Cleme por sus creencias religiosas a este respecto, aunque lo fueron más tarde y en épocas no muy remotas, varias brujas del barrio de Puyuta, afamado hasta hoy en la creencia del vulgo por servir de escondite a varias sectarias del maldito. No hace en efecto doce a catorce años que la policía, anduvo en pesquisas tras de un hecho de embrujamiento, sacando en limpio un enredo de cuentos que dejaron perplejas a las autoridades.
Hablábase mucho en el pueblo de una muchacha bruja, y la policía quiso averiguar la verdad del caso. Al efecto, trajeron a la acusada y en presencia de numerosos testigos, se confesó en relación ilícita con el diablo; y como se preparasen a azotarla, no dice la historia si por su impudente descaro, o para corregirla de sus malos hábitos, dijo llorando: Es bueno que me castiguen a mí que soy pobre! a fe que no han de castigar a doña Teresa Funes (mi tía) a doña Bernarda Bustamante y otras respetables señoras ancianas que fue nombrando y que según declaró, asistían los sábados al campo santo, donde se practicaban los ritos consabidos de la brujería.
Espantados y boquiabiertos hubieron de quedarse y al oír nombres tan respetables por lo cual temerosos de cometer una grave injusticia, dejaron escapar a la taimada, dejando en muy mal olor, en el concepto de muchos, la reputación de aquellas matronas.
¡Qué sabemos, pues, en cosas tan escondidas!…".
(*) Responsable del Área de Investigación. Casa Natal de Sarmiento.
