Se hacen paso en un mundo que en la provincia, hasta hace poco, era sólo de hombres. Aún así dicen que no las discriminan y que se sienten apoyadas. Pero aseguran que les cuesta que en sus casas entiendan que no se trata de un juego para niños sino de una disciplina que requiere entrenamiento y que en algunos casos hasta se puede vivir de ella. Son las chicas que practican skate y que le dedican varias horas de entrenamiento. Algunas ya participaron de competencias y salieron en los primeros puestos.
Libertad, un cable a tierra, descarga. Esto es lo que sienten Camila Allende, Sofía Pizarro, Agostina Manrique y Macarena Luna, que forman parte del cupo femenino del skate local. Si bien son pocas, cada vez se van sumando más chicas al desafío de subirse a un skate para lanzarse a rodar. Tanto así que en la Escuela Municipal de Skate, que funciona en el Skate Park, hay una decena de ellas aprendiendo la disciplina. Las hay de todas las edades y llegan de distintos departamentos de la provincia.
Camila comenzó a andar en skate cuando tenía 13 años. Hoy tiene 19 y estudia para ser nutricionista. Se incertó en un grupo de varones junto a su amiga de la infancia, Sofía. De ahí en más ninguna dejó la tabla y la mayoría de las veces entrenan juntas. “Al principio en mi casa me veían como machona, pero con el tiempo empezaron a entenderme”, contó Camila, mientras que Sofía (20) una estudiante de radiología, confesó que su familia tiene la esperanza de que alguna vez deje de patinar, algo que está muy lejos de sus objetivos. “Empezamos en el puente de mi barrio.
Así aprendimos trucos y nos fuimos perfeccionando. Pero desde hace un año la vida nos cambió por completo con la apertura del Skate Park”; contó Sofía. Antes de esta pista, que armó la Municipalidad de la Capital, el lugar elegido por los skater locales era la plaza Laprida.
En un mundo de hombres, ellas no se sienten diferentes. Cuentan que a los varones les gusta que haya chicas que anden en skate y que son solidarios a la hora de compartir técnicas y trucos. “Nunca me hicieron sentir menos, ni diferente. Por el contrario, los skaters locales, que son muchos, somos un solo grupo que tira para el mismo lado”, contó Macarena que trabaja y estudia, pero siempre se hace un hueco para despuntar el vicio de la tabla.
Dicen que cuando tienen el tiempo disponible, llegan a andar al menos 4 horas en skate, que cada una tiene su truco preferido y que nada se consigue sin trabajo, esfuerzo y entrenamiento.
“A la hora de competir entramos en otra categoría, pero se nos califica y exige igual que a los varones. Con el Skate Park las competencias comenzaron a ser más seguidas. Esto hace que crezcamos en la disciplina y empecemos a medirnos con skaters de otras provincias”, dice Agostina que salió en segundo lugar en el torneo que se hizo hace unas semanas para festejar el primer año de la pista capitalina que está detrás de la Terminal de Omnibus.
“Para los mayores es difícil entender que esta disciplina no tienen edad. Que lo importante es animarse”, asegura Macarena, que dice que a la hora de rodar, lo mejor es la ropa bien grande.