De repente, las piruetas del duende de las matemáticas, concentra nuestra atención. Son tiempos marcados por los números, las estadísticas y los porcentajes. Y si bien, tienen algo de magia, no dejan de ser un concepto abstracto utilizado para contar, medir y etiquetar. La realidad que clasifican y enumeran siempre es más compleja. Pero la mente necesita simplificaciones y los números aportan lo suyo. Mientras tanto, "los Dioses lanzarán los dados", dirá la hermosa canción del grupo sueco Abba (1980), y alguien acá abajo será ungido como el ganador del juego. Y en el juego de la vida, todos alguna vez, hemos ganado y hemos perdido. Quizás alguien prefiera ser un eterno espectador para evitarse pérdidas y fracasos. Pero también es cierto que quienes solo miran desde la ventana, nunca ganan. Y vaya si hay fisgones de sus propias vidas.

¿El grito inesperado?

Pero volvamos a los números. Los números están frente a nosotros y muchas veces registran datos de la realidad, más cercanos a una foto que a una película. Pero están allí. ¿Siempre tienen algo que decirnos? Es la pregunta que suele inquietarnos. Personalmente, pienso que sí. Los números hablan. A veces es un susurro que desatendido se convierte en un grito. Los datos de la inseguridad a nivel nacional, son cabal demostración de ello. Podremos maquillarlos, ignorarlos, culpar a otros, hasta que un día la realidad nos demuestra, cuán vanos son los intentos de justificar lo injustificable. Y el grito llegó una mañana. El aberrante crimen de Morena de apenas 11 años, nos golpea en el centro de la indolencia y la inoperancia. Morena es ese grito que no hubiésemos querido escuchar. 

Lo que dicen los números

El problema no es lo que dicen o no dicen. El problema es que muchas veces, la información que nos dan los números no la podemos procesar. En ese sentido, los números representan un diagnóstico, pero no siempre orientan decisiones. Ello, por una razón muy sencilla, sabemos dónde estamos, pero desconocemos hacia dónde vamos. El fin de cualquier acción humana, orienta la conducta, desencadena acciones y otorga sentido a las mismas. Sin un fin o propósito, es como andar a tientas en el desierto. Lo más seguro es que la próxima vez que aparezcan nuevos datos, nos encuentre preguntándonos qué hicimos con los anteriores. Pongo un ejemplo. ¿De qué servirían los datos de un nuevo censo nacional, sí llegado el momento no podremos demostrar que hicimos con los números y datos del censo del 2022? Por otra parte, el número no es solo memoria de la cantidad, también sirve para anticipar resultados, para calcular. A veces pienso que nos hemos enamorado de la herramienta. Y la herramienta es un instrumento que sirve para hacer algo o conseguir un fin. Está en el orden de los medios no de los fines.

Filtraciones de la realidad

"Tenemos un montón de goteras en nuestra realidad", decía acertadamente el escritor y novelista estadounidense Philip K. Dick (1928- 1982). Y si bien los números, las estadísticas y los porcentajes no tapan las filtraciones, ayudan para conocer la realidad y trabajar por anticipado en las causas y los resultados. De última, hay una sola realidad y es aquella que la razón puede conocer. De allí la importancia de los datos que aportan los números. El problema es cuando endiosando la herramienta, nos olvidamos de las goteras de nuestra realidad. 

 

Por Miryan Andújar
Abogada, docente e investigadora
Instituto de Bioética de la UCCuyo