Juan Andrada, de joven. Una gloria sanjuanina de la música, se fue de gira a la eternidad.

La muerte de Juancito Andrada, ocurrida hace unos días, provocó una gran tristeza entre los admiradores de las añoradas "Guitarras de oro", que acompañaron nuestra niñez y juventud. Se fue Juancito, marchando tras los pasos de su compañero Ángel Domingo Miranda, y aquello que fue tan lindo y magnífico, pasó a convertirse en leyenda. Nunca olvidaremos sus primeras apariciones en el querido programa de Alberto Vallejos, por Radio Colón, "La pandilla del Tío Melchor". De a poco, ambos se hicieron un lugar en el concierto de los guitarreros sanjuaninos, compartiendo ese punto del dial junto, entre otros, a Silas Manrique, cuyo nombre de chiquito se me fue pegando, en aquellos domingos por la mañana que hoy parecen un sueño.

Juan Andrada fue atrapado desde pequeño por su gran pasión por la guitarra, y comenzó a desgranar sus misterios en su pueblo natal, Albardón. Se dice que entonces tenía cinco años.

El debut se produjo al poco tiempo en aquel programa de Alberto Vallejos. Y no pasó mucho  para que, por esas cosas de la vida, la juntada y las noches, se topara con otro albardonero, Ángel Domingo Miranda, también casi un niño, con quien pegó onda desde un principio. 

Su éxito a nivel internacional se puso de manifiesto incursionando en otro tipo de género, aparte del tango, demostrando una gama de recursos que los elevó al nivel de eximios ejecutantes.

DÚO DE GUITARRAS

La primera presentación de ambos como dúo de guitarras, y casi en condición de profesionales, se produjo en Radio Sarmiento, en el programa "Malón musical", que conducía otro prócer de la radiofonía sanjuanina, Guillermo Grau.

Buenos Aires fue su próximo destino. La gran urbe porteña atraía como un imán a los que querían trascender y hacerse camino en la música. Y se fueron tras los pasos que, una generación antes, habían recorrido Antonio Tormo, Buenaventura Luna, Alberto Podestá y Jorge Durán, entre otros.

Corría el año 1963, y cuentan sus biógrafos que comenzaron a presentarse en confiterías, bares, peñas y en televisión. El programa "El tango y sus estrellas", que se emitía por Radio Belgrano, los tuvo entre sus intérpretes. Después en Radio Argentina también, en el programa "Un alto en la huella" y un salto mayúsculo fue la actuación en "Patio de tango", junto a figuras de la fama de Hugo del Carril y Julio Sosa.

UNA ACTUACIÓN DESCOMUNAL

El bautismo como "Guitarras de oro", cuentan que fue inspiración de un director de Radio LV10, de Mendoza, de apellido Rinaldi, luego de una actuación descollante. Y ya para 1968 se registra la grabación de su primer Long Play. Refiere su historia que en 1971 fueron contratados por un empresario japonés y viajaron por primera vez a Japón. Allí debían cumplir una gira que de 65 recitales, junto a la orquesta del maestro argentino Héctor Varela. Esa gira se repitió en 1973, y duró unos cuatro meses.

Se recuerda que radio Colón, a través de Rony Vargas, se comunicó con ellos estando en Japón, lo que significó un halago mayúsculo para las "Guitarras de oro".  Además, ese año también recibieron una distinción por parte de la firma Yamaha, quien les obsequió una guitarra a cada uno. 

ANDRADA EN EL RECUERDO

Un amigo personal de Andrada, el contador Daniel Dávila, gran jugador de fútbol, me hizo llegar estas letras, en honor del desaparecido artista. 

"La humildad, es la semilla que Dios puso en el corazón de los elegidos. Vivimos armando castillos de arena alrededor de las personas, apoyándonos en cosas tan banales, superficiales, como la apariencia, el nivel económico, algunas aptitudes artísticas. Cosas que el tiempo siempre derrumba. No así la humildad, que forma parte de la raíz de las personas como vos, Juan Adán Andrada. Para nosotros, el Juancito. Sobresaliente embajador sanjuanino en el exterior. Su inmenso talento de artista se inclinaba  ante el ser humano que portaba su alma. Sólo escuchar su nombre, despierta en mí aquel niño que llevo dentro, y abrazado a sus alas vuelo, hasta ese lugar mágico, pintado de sauces, parrales, viñas, quintas, arrullada por la música incesante de los pájaros y el suave rumor del agua del canal. Mi viejo y querido "Callejón las Flores". Centenares de estrellas de tus noches luminosas, descendían a las casas convertidas en luciérnagas, para posarse en los jardines de frutas, y así alumbrar el canto de ranas y sapos. Cierta noche, la luz de una de ellas recorrió tus calles y alumbro el espíritu de aquel niño pobre, que atrapado por las notas de una guitarra se acercó a ese inmenso artista de traje brillante que estaba ante él, para pedirle con toda su  inocencia y humildad que se acercara hasta su vieja casa para saludar a su madre. 

Así fue que sin ningún tipo de reparo y mirándome a los ojos me dijo, "llévame hasta ella", que estaba ajena a esta situación. Corriendo delante de aquel lujoso auto, el tiempo se detuvo ante mí y mi corazón volaba conmigo. Llegué y gritando entré en aquella casa de adobe, techo de caña, cargada de sueños, para entregar a mi vieja Pura, aquel regalo que nunca imaginó. Su ídolo, quien despojándose de todos sus galardones, liberó de las cuerdas de su compañera inseparable y puso en su corazón, una de las ilusiones más bellas de mi vieja querida. El vals "Ilusión de mi vida". Ese abrazo con música, lo llevo siempre conmigo y no lo olvidaré jamás. Gracias, gracias Juancito".

Creo que es una buena manera para darle colofón a este recuerdo, y apreciar cabalmente la estatura humana del genial artista. Las "Guitarras de Oro" pasaron a ser leyenda, para orgullo de San Juan.

 

Por Orlando Navarro
Periodista