La Corte Suprema de Justicia de la Nación parece haber despertado de un largo letargo al dejar atrás en estos días a un modelo de gestión condicionado por el presidente del cuerpo, por acotar las funciones de los ministros, de manera de evitar fallos adversos al poder. Eran rasgos de aquella "mayoría automática" que impuso Carlos Menem y luego descabezaría Néstor Kirchner con miembros afines a su pensamiento durante la última década.

Por eso el duro golpe que acaba de dar la Corte al Gobierno nacional puede considerarse inédito en este período democrático, como también la recomposición de la mecánica interna del cuerpo. Ahora el titular del organismo, Carlos Rosenkrantz, el magistrado más cercano a Mauricio Macri, tiene recortadas sus facultades para dominar el cuerpo, a diferencia de su antecesor, y sólo acapara la representación protocolar.

El fallo adverso de la Corte Suprema sobre el cálculo para actualizar las jubilaciones y pensiones en litigio contra el PE ya se presentía, y la prensa adelantó esta derrota política del oficialismo que se produciría, tal como ocurrió, antes de fin de año y no en 2019. La jurisprudencia le abre el camino a pasivos que podrán pedir actualizaciones de sus haberes por un índice superior al que viene aplicando la Anses.

Si bien este pronunciamiento altera las previsiones presupuestarias, mucho más grave para Macri es la incómoda posición minoritaria en que ha quedado Rosenkrantz frente a sus pares Ricardo Lorenzetti, Carlos Maqueda, Horacio Rosatti y Elena Highton de Nolasco. Todos ellos votaron en contra de lo que pretendía el presidente de la Corte.

Ahora el presidente del Tribunal tampoco podrá manejar al personal a su antojo ya que será la Corte la que designará y aceptará las renuncias de funcionarios y empleados por mayoría de tres miembros. Con igual sistema se manejarán los contratos de los restantes tribunales del Poder Judicial de la Nación, según lo dispuesto -también por mayoría-, y con igual consenso se dispondrá de los recursos financieros.

Esta es la respuesta interna al personalismo que se impuso durante 12 años en la Corte y que pretendió ejercer Rosenkranzt con rigor desde que asumió como heredero del reinado de Lorenzetti. De todas maneras se esperaban disidencias y roces frente a la complejidad de los asuntos a tratar, que se vinculen con la gestión gubernamental. Todo apunta a transparentar la administración de justicia con una ecuanimidad que aleje a los ministros del pensamiento político circunstancial.