Vuelve a la provincia el power trío Airbag, conformado por los hermanos Patricio, Guido y Gastón Sardelli, que juntos transitan una carrera ascendente en la escena del rock nacional. El grupo lleva acumulando 7 discos de estudio, extensas giras por Latinoamérica y numerosas distinciones internacionales. Luego de consagrarse como banda soporte en el recordado recital de Guns ‘N Roses en 2016 en el Estadio de River, haber llenado cuatro funciones el Luna Park y brindar una novedosa propuesta de rock sinfónico hace un año, esta vez, la banda concluye un 2018 exitoso y con el lanzamiento de dos nuevos sencillos: Como un diamante y Así de fácil, alcanzaron el millón cien reproducciones en Youtube y otras plataformas digitales. Previo al encuentro programado para la apertura de la Fiesta de Santa Lucía, Gastón Sardelli dialogó con DIARIO DE CUYO sobre el momento de la banda.

 

– ¿Cuánto evolucionaron en lo estético y en lo sonoro en los últimos años?

– Es muy difícil ponerse a distancia de los hechos y dimensionar los caminos que fuimos tomando. Pero cada año que llevamos, lo consideramos como el mejor de la banda. Así pasó con Vorágine, con Libertad, con Mentira La Verdad; con los conciertos sinfónicos en el Luna Park y las giras internacionales; bueno tenemos la fortuna de sentir que crecemos en algún aspecto. Creo que somos una banda que no termina de definirse en ser independiente, pero al mismo tiempo, es difícil de ponerle una etiqueta.

 

– ¿Les costó despegarse de la imagen de banda teen y romántica?

– En realidad no, creo que se fue dando de manera natural. Nuestro primer disco salió por el 2004 y el público joven que nos siguió, después creció también con nosotros. Además, tuvimos la suerte que muchos más se fueron incorporando a nuestra carrera y ahora, hay una heterogeneidad enorme de seguidores. Eso habla de la amplitud que tenemos. Esto nos pone contentos como artistas ya que hay espectro amplio que se conecta con nosotros y que no nos hace sectarios.

 

– Lo que ofrecen no son canciones ligeras y bonitas, sino que tienen contenido. ¿Cómo capitalizan la fuerza de esas letras?

– Vivir en esta sociedad nos moldea en muchos aspectos y nos hacen ver cosas que van filtrándose en algunas canciones. Sin embargo, no somos una banda panfletaria, en el sentido en ver el arte como mera expresión política o social, sino que abarcamos un campo mucho más amplio que tienen que ver con la vida cotidiana de las personas comunes. Y transitamos temas desde un momento difícil, un desencuentro con la persona amada, hasta una convulsión social; y nos damos esa libertad artística para crear nuestra música con todos los ángulos posibles.

 

– ¿Catalizan las frustraciones del público cuando tocan en vivo?

– Sí, estamos con un contacto fluido con los seguidores. Nos hacen ver sus realidades. Más allá de las vivencias propias, nos afectan los problemas de la juventud y es complicado porque somos conscientes que con una canción no vamos a transformar la realidad de manera individual y eso genera impotencia a veces. Pero de repente una canción puede darle un buen momento a cualquiera en el recital. Tratamos que nuestros conciertos sean accesibles en los precios y lograr un momento de conexión, porque se descarga mucha porquería que se acumula a diario.

 

– ¿Se hace más cuesta arriba salir a tocar?

– Desde el momento en que la economía no es lo mejor que está en el país, los pibes tienen menos acceso a ver los espectáculos, eso genera un gran problema. Por suerte hasta ahora no lo sufrimos tanto, sabemos que a otros colegas sí les pasa y que es grande el impacto económico en nuestra actividad. 

 

– El modelo de la estrella de rock, ¿quedó anacrónico a los ojos de ustedes?

– El estereotipo del modelito de rock quedó en una época muy atrás. Ese estereotipo no es legítimo con la realidad. Por suerte, el estar rompiendo habitaciones de hoteles no existe más, no va más. Tenemos una forma muy distinta de pensar, aprendimos las cosas buenas de la música. En ese sentido, las nuevas generaciones del rock dimos un salto de calidad.

 

– Sin embargo, esto no significa que el sistema no los pueda comer.

– No, por supuesto. El sistema se lo come todo, incluso da la posibilidad que reaparezcan nuevos estilos y géneros que hagan reciclar esa forma de reviente y adoptarla. Pero en líneas generales, el pop y el rock van por otros caminos.

 

– Aquellas banderas de transgresión del rock original, ¿están perdidas o deben recuperarse?

– Me parece más importante que el artista tenga un posicionamiento por fuera de la música. A veces, puede ser revolucionaria una canción y el que la ejecuta, emita un discurso con más contenido. Incluso, una canción puede decir muchas cosas bonitas, pero en la práctica, el artista aplica todo lo opuesto. Lo cual termina ensuciando y creando confusión al espectador vendiéndole pescado podrido. Creo que debe haber responsabilidad como individuo, como persona y como artista en los juicios que emite. En el arte se pueden tomar licencias para muchas cosas y pueden resultar provechosas y oportunistas en tomar ciertas causas nobles.

 

– Esto es poner en práctica lo que se proclama…

-Totalmente. Ser coherente es la clave. Siempre me remito a John Lennon que fue el músico activista más grande de la historia. Él cantaba "Imagina" (Imagine) pero al mismo tiempo acompañaba al movimiento negro contra el racismo en Estados Unidos. Eso es lo que da legitimidad. Estamos en una sociedad donde nadie escapa a la mala educación. Son pocos los artistas que logren hilar conceptos profundos. Se lee poco, se estudia e investiga poco. En todos los ámbitos sucede. Podés ser un gran ingeniero o un gran médico, pero al mismo tiempo, es probable que no te importe nada la sociedad.

 

DATO

  • Airbag. El show central en la Fiesta de Santa Lucía. Esta noche a partir de las 22. Frente a plaza departamental, entrada gratuita.