Después de quedar libre en Argentina en 1981, tras su caída el 24 de marzo de 1976, su detención en la residencia El Messidor, Neuquén, y en el Destacamento Naval Azopardo de Azul, Buenos Aires, completando cinco años de prisión, María Estela Martínez de Perón regresó definitivamente a España. La primera década vivió en un departamento ubicado en una zona muy valorada de Madrid, a pasos del Museo del Prado y de la Real Academia de las Letras, en la calle Moreto N¦ 3, frente a la iglesia de San Jerónimo el Real, que data de 1503 siendo rey de España Fernando II de Aragón, "el Católico”, y a donde Isabel asistía a misa diaria sola, cruzando la calle. Vivía una nueva "prisión”, esta vez elegida, y con la mayoría de sus vecinos franquistas y ex militares nostálgicos de la última dictadura española. Su negativa a volver a la Quinta "17 de Octubre” del barrio de Puerta de Hierro, estaba motivada por su depresión. Pero a comienzos de los años 90 la ex presidenta argentina (1 de julio 1974-24 de marzo de 1976) pasó a residir en el señorial barrio de Goya, distrito madrileño de Salamanca, cerca del Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid y de la Real Casa de la Moneda. Luego en 2001, se trasladó finalmente a un chalet de tres plantas con 300 m2 edificados, rodeado de un muy amplio espacio verde, en un barrio residencial ubicado a 30 kilómetros al noroeste de Madrid. La existencia de Isabelita en aquel lugar tiene mucho de monacal, ya que no vive con familiares sino con una asistenta y su otro colaborador es el chofer que la traslada al médico, a hacer compras o en otras contadísimas salidas ya que, además, tiene mucha dificultad para caminar tras las dos caídas que tuvo, en ambos casos por escaleras. 

"Una de las caídas fue en las escaleras de su casa, y la otra, más grave, en la Audiencia Nacional en Madrid , cerca de la plaza de Castilla.”

Una de las caídas fue en las escaleras de su casa, y la otra, más grave, en la Audiencia Nacional en Madrid (máxima instancia penal de la Justicia en España), cerca de la plaza de Castilla, en una de las ocasiones en que fue citada a declarar por el juez Baltasar Garzón por la desaparición de 266 ciudadanos españoles durante la dictadura militar, hechos vinculados con el tristemente célebre decreto 261/75 del 5 de febrero de 1975, firmado por la entonces presidenta. En una de estas citaciones, en febrero de 1997, Isabel confesó a Garzón que "la situación era muy complicada” y que a su criterio ese decreto postulaba la aniquilación política pero no física de los guerrilleros y que se lo quiso usar para justificar otros objetivos. Reconoció también que "era muy difícil para una mujer ser comandante en jefe de las fuerzas armadas dominadas por varones”.

Luego aclaró aquel día que las cosas se precipitaron cuando pidió licencia por enfermedad por 40 días, siendo reemplazada por Ítalo Argentino Lúder como presidente provisional.

Cuando entrevisté a Isabel Perón en Madrid para la revista "Gente” de Argentina, a mediados de los años 80, venía de sufrir una larga depresión originada en sus años de prisión y que la llevó a pensar en "tomar los hábitos”, por lo que sus vecinas españolas decían, "la Perón quiere hacerse monja”. Tanto en esa primera entrevista al salir de su casa, como en la segunda que le realicé años después en un tranquilo café tras declarar en la Audiencia Nacional, nunca volvió a hablar del trágico decreto, aunque siempre reconoció que estaba escribiendo sus memorias que ella llama "recuerdos y pensamientos”, y que se iban a dar a conocer después de su muerte. De las dos caídas por las escaleras, Isabel no se pudo reponer totalmente nunca. En una rodó tanto que se fracturó un brazo y tuvo lesiones importantes en la cadera, lo que la obligó a estar hospitalizada y pasar luego varias semanas en sillas de ruedas, sin poder recuperar nunca su natural movilidad, por lo que tuvo sesiones diarias de rehabilitación durante varios meses y las mantiene con más distanciamiento en la actualidad, según publicaron diarios de la zona donde vive.

 

Por Luis Eduardo Meglioli
Periodista. Exredactor de la agencia Europa Press R., Madrid