Que sí es, que no es. Cuando el dilema de las suposiciones invade una investigación penal, los jueces apelan a la contundencia de la prueba científica. Y en el crimen de Leila Rodríguez (24 años, madre de una nena de 3) toda la atención de los pesquisas está centrada en dos frentes probatorios: una prueba de ADN, que se podrá hacer siempre y cuando se detecten restos genéticos en las uñas de la víctima. Porque de sacar un perfil genético se cotejará con el de la expareja, padre de la nena de Leila y hasta ahora único sospechoso del homicidio: Esteban Gabriel "Wiilo" Pacheco (24).
La extracción de muestras en las uñas de la víctima es una prueba de rutina en el abordaje de los médicos forenses. Pero en este caso cobra mayor valor porque Pacheco presenta en su rostro una lesión compatible con un rasguño, y sobre esa misma herida una suerte de raspón que a los pesquisas les resulta muy llamativo, pues muchos lo interpretan como una maniobra para cubrir la otra herida.
El otro frente encarado por los investigadores es el examen de las comunicaciones entre ambos. Del teléfono de Leila nada se puede obtener por ahora, ya que el día que la mataron le robaron sus zapatillas y su celular.
En cambio del teléfono y otros soportes de Pacheco sí puede obtenerse un historial de contactos, que será cotejado con el celular y los perfiles de la víctima.
Leila vivía con su hija y el resto de su familia en el Lote Hogar 55, en Ullum. El martes pasado, todos salieron a un cumpleaños y al volver, la joven recogió un abrigo y le avisó a su madre que ya volvía, pero no lo hizo.
Recién al otro día en la siesta, cuando la familia ya estaba cansada de llamar sin conseguir respuestas suyas, unos vecinos la encontraron en una acequia a un costado de un callejón cercano muy usado por la gente del lugar.
Estaba muerta. La autopsia reveló que no había sido violada y que había recibido un golpe en la cabeza, otro en el rostro, dos cuchillazos por la espalda, incluido uno que le perforó el intestino grueso. Y otros dos puntazos más en el pecho, uno de los cuales le dañó el corazón y un pulmón, causándole una hemorragia letal.
En principio el caso desconcertó a los pesquisas, que pronto centraron sus sospechas en la expareja de la chica por los supuestos problemas que tenían a causa de los tiempos de cada uno con la nena, indicaron.
Pacheco fue detenido a la 1 del miércoles en su casa, de la cual secuestraron su calzado y ropa con aparentes manchas de sangre. Y una suerte de navaja, ya que el médico forense estableció que la chica había sido asesinada con un arma de hoja corta.