Pese a la neblina y garúa que se presentó este martes en la mañana, los fieles se dieron cita en la Catedral sanjuanina para rezar y ver las reliquias de Santa Margarita María Alacoque, conocida por haber recibido las famosas apariciones del Sagrado Corazón de Jesús.

En el relicario exhibido en el altar de la iglesia, se encuentra las clavículas izquierda y derecha, las primeras costillas izquierda y derecha y una partícula del cerebro. Además, el cofre lleva una rosa de oro que le regaló el Papa Juan Pablo II.

Las reliquias de primer grado de Santa Margarita fueron traídas desde el Santuario Paray le Monial y recorrerán el país en el marco de la llamada “Misión Corazón Ardiente”, que organiza la Misión Fátima Argentina, Guardia de Honor del Sagrado Corazón y la colaboración de la Sociedad de Peregrinos, con el lema “Al menos, tú, ámame”.

Las mismas estuvieron en el país por última vez en 2009 y en esta ocasión es la primera vez que podrán recorrer distintos lugares del país, dado que el Santuario concedió un período de dos meses de permanencia en el país, -julio y agosto- luego las reliquias serán traspasadas a Chile, y continuarán su periplo pastoral por ese país durante los meses de septiembre y octubre. 

Santa Margarita, su historia

Nació el 22 de julio de 1647 en la pequeña aldea francesa de Hautecour, perteneciente al territorio de Verosvres, pequeña ciudad cercana a Paray-le-Monial. Recibió el bautismo el 25 de julio. Era la quinta hija de 7 hermanos. Sus padres fueron Claude Alacoque y Philiberte Lamyn.

Después de fallecer su padre, en diciembre de 1655, fue internada en el pensionado de las religiosas clarisas. Desde entonces empezó a vivir una vida de sufrimiento que supo encauzar hacia Dios: “Sufriendo entiendo mejor a Aquél que ha sufrido por nosotros”, decía.

El 27 de diciembre de 1673, en la festividad de san Juan Evangelista, sor Margarita María, que tenía 25 años, estaba en adoración ante el Santísimo Sacramento. En ese momento tuvo la primera de sus visiones de Jesucristo, que se repetirían durante dos años más, todos los primeros viernes de mes.

En 1675, durante la octava del Corpus Christi, Jesús se le manifestó con el corazón abierto, y señalando con la mano su corazón, exclamó:

“He aquí el corazón que ha amado tanto a los hombres, que no se ha ahorrado nada, hasta extinguirse y consumarse para demostrarles su amor. Y en reconocimiento no recibo de la mayoría sino ingratitud.”

Según el testimonio de Margarita, el mencionado Corazón estaba rodeado de llamas, coronado de espinas, con una herida abierta de la cual brotaba sangre y del interior emergía una cruz.