La pasión, desbordada en varios pasajes, alteró los planes del dispositivo de seguridad. Poco después de las 22, cuando se anunció que se adelantaba a las 23,45 el comienzo de la venta de las entradas para el partido entre Argentina y Brasil por las Eliminatorias Sudamericanas en el Parque Industrial de Albardón, lindante al autódromo El Villicum, un millar de personas había llegado al último de los 3 cortes que había dispuesto la Policía de San Juan. Estaban en la puerta del segundo ingreso al Parque, a unos 800 metros de donde se habían dispuesto las boleterías, con 6 bocas de expendio. Con megáfonos solicitaban que los de atrás dejaran de empujar, luego que la presión había hecho avanzar la columna poco más de 50 metros. Mujeres preocupadas, hasta las lágrimas, buscaban a sus hijos porque el tumulto los había separado.
Y ahí, tan cerca después de tanto sacrificio, unos pocos decidían desistir, porque se sentían en riesgo. Como el mendocino Mauricio Arenas, quien emprendía el regreso con sus dos hijos de 14 y 11 años. “Llegamos a las 5 de la mañana y nos volvemos con mucho dolor, pero prefiero no ver el partido a que nos pase algo. Aunque no estoy de acuerdo con este operativo, principalmente veo que como sociedad cuando actuamos en manada, somos unos salvajes. Estoy seguro que la mayoría de los que están acá, actúa de una manera en forma individual y otra en situaciones como ésta”, descargaba su frustración. "Mis hijos se van llorando, pero no quiero lamentar que alguno no salga de acá", remató.
La columna principal estaba en el corte anterior, a la altura de la Villa Villicum. Más de 10.000 personas esperaban seguir la marcha, aunque no todos de manera absolutamente pacífica. Incluso una treintena intentaba cortar la Ruta 40 para que se les permitiera avanzar. Y desde ahí arrancaba la fila de vehículos que llegaba hasta 100 metros antes de la rotonda para el ingreso a la Villa Cabecera. Eran casi 6 kilómetros de cola con respecto al primer grupo. Erica y Luciano viven en la esquina de Obrero Municipal (la paralela a la ruta en la Villa Villicum) y Las Flores. “Desde que se inauguró el autódromo nunca hemos visto nada como esto por la cantidad de personas que ya hay acá. Sí, desfile de autos y de motos, pero esta cantidad de personas caminando, nunca. Fuimos a votar a la mañana y cuando volvimos había gente por todos lados”, afirmó Luciano, quien observaba la marea humana esperando que la policía abriera de nuevo la compuerta. Y así, cuando aumentaba la impaciencia y los de atrás empujaban, las reposeras plegables pasaban a ser escudos de protección en el apretujamiento. Y al correrse unos segundos el cordón policial, empezaba una frenética carrera, que al principio era multicolor por las reposeras y las conservadoras y terminaba siendo devorada por la nube de tierra que se levantaba con la estampida.
Fuentes policiales indicaron que hasta el comienzo de la venta de entradas no se habían reportado heridos ni detenidos. El jefe de la fuerza, Luis Martínez, reconoció que “a pesar del intento de los distintos filtros, la situación, el horario y la temperatura ha enardecido los ánimos de la gente, pero vamos a seguir con la contención”. Martínez indicó que el operativo superó el centenar de efectivos y admitió que fue muy superior a lo esperado la cantidad de personas provenientes de otras provincias que ya desde ayer circulaba en la zona.
A las 0.15 se habilitó la venta. Y las aguas se fueron calmando, con los primeros que se iban con una sonrisa de oreja a oreja. Las entradas se agotarán en la madrugada, mucho antes de las 9, el horario original en el que se iban a empezar a vender.