El detenido empresario Lázaro Báez se negó ayer a ser trasladado desde la cárcel para ser indagado en el juicio que se le sigue por presunto lavado de dinero y logró postergar el trámite hasta el miércoles próximo, en tanto el arrepentido Leonardo Fariña reiteró que siempre recibió órdenes del dueño de "Austral Construcciones".
Báez pidió declarar por primera vez desde el inicio del juicio que se le sigue junto a sus cuatro hijos y otros procesados, y el trámite estaba previsto para esta audiencia ante el Tribunal Oral Federal 4.
Pero finalmente se negó a ser trasladado desde la cárcel de Ezeiza a los tribunales de Comodoro Py 2002, en Retiro, y al inicio de la audiencia su defensora, Elizabeth Gasaro, pidió una postergación, que fue concedida para el miércoles próximo.
Sin embargo, el presidente del Tribunal, Néstor Costabel, advirtió que la ausencia de Báez al juicio en la jornada "no estaba justificada", que la indagatoria estaba programada y que el hecho de que falte la declaración de tres testigos -dos de ellos por videoconferencia desde Suiza- no obstaculiza el trámite.
En el último tramo del debate oral previo al inicio de los alegatos, la defensa de uno de los hijos de Báez, Leandro, informó que el joven desistió de ampliar su indagatoria. Luego fue el turno del imputado colaborador Fariña, quien ya prestó declaración indagatoria a lo largo del debate iniciado hace un año, y ahora ratificó que todas las órdenes para maniobras ilegales las recibió de Báez. "Esperaba ansioso que declare", dijo Fariña sobre el empresario. "Las órdenes las daba siempre Lázaro, nunca una decisión trascendió al señor Lázaro Báez". Además, reiteró que para él hubo maniobras de lavado por 265 millones de dólares y que en persona intervino en la primera parte de la compra de una financiera, SGI, conocida como "La Rosadita".