Por razones laborales de sus papás, Kamila convivió, buena parte del 2019 y hasta hace pocos días que pudo volver a Estados Unidos, con su abuela Sariu Jaled. Instalada en su casa, ambas compartieron en este tiempo rutinas, salidas, comidas, obligaciones y responsabilidades pero especialmente muchas charlas y confidencias, de la mañana a la noche. De hecho, el momento antes de dormir, era el tiempo de encuentro, en el que la pequeña aprovechaba para escuchar historias de boca de su abuela. Justamente esas aventuras de la infancia en 1940, los elementos que usaba en su cotidianeidad en la vida rural y hasta cómo se entretenía cuando no iba a la escuela, pasaron a engrosar un anecdotario cargado de memoria, nostalgia y sorpresa, y ahora se convirtieron en libro. Es que Sariu, incentivada por la posibilidad de dejarles un recuerdo a sus nietos -no sólo Kamila de 11 años, sino también Santiago de 14 y Sebastián de 8 que también viven en Estados Unidos-, motivada por sus hijos y su yerno Kari Loya, hizo un taller literario a distancia con Facundo Gerez, un profesor que le hizo descubrir el mundo de las letras, las emociones y las sensaciones y la animó a publicarlo. Es más, es tal el interés por esta nueva actividad, que esta abogada jubilada cambió los escritos jurídicos por los que tienen un giro literario: ya tiene listo un segundo borrador con crónicas de la cuarentena. "Jamás pensé en escribir. Es más: tuve que hacer un ejercicio de buscar en el arcón de la memoria para lograrlo. Kamila está acostumbrada a que le cuenten historias o a leer antes de irse a dormir. Por eso es que repetimos la rutina en nuestra convivencia maravillosa. Ella me pedía que le cuente algo cada noche.

Empezamos por los cuentos tradicionales o los que yo sabía de memoria y cuando se me acabaron pasamos a los que encontrábamos en Internet. Hasta que una vez se me ocurrió proponerle que le iba a contar sobre mi infancia. Fue abrir la puerta a muchos recuerdos que para ella resultaron increíbles", cuenta esta abuela que comenzó dándole detalles de cómo se vivía hace más de 70 años en la Villa Las Casuarinas en 25 de Mayo, sin electricidad, ni agua potable y para sorpresa de la nena, sin wi fi ni televisión. Noche a noche y ahora página a página, la abu -como la llama la pequeña- le fue relatando cómo se proveían de agua con un tanque que llegaba en tren, cómo conservaban la comida con barras de hielo, cómo se encendían las farolas con kerosene, los juegos (payana, rondas y zancos), los negocios y personajes del lugar donde nació, los viajes en sulky de sus papá Manuel -en realidad se llamaba Mohamed, pero cuando vino de Siria se argentinizó- para visitar a Lola, una sanjuanina estricta, pero amable y habilidosa que lo enamoró, la fiesta con la llegada del circo al pueblo, la costumbre de sentarse en la vereda de muchos vecinos o de sacar las camas al patio para dormir en verano. Sariu estudió abogacía en Córdoba y si bien lo suyo era el fuero civil y comercial poco tiempo puedo ejercer la profesión porque siguió los pasos de Leopoldo Allub, su esposo, cuando quiso doctorarse en Estados Unidos. Junto a sus hijos Ximena y Rodrigo, lo acompañaron también a México, otro lugar donde vivieron por muchos años hasta que volvieron a San Juan. Aquí se desempeñó como docente universitaria. Amante de la lectura, los viajes y las amistades, Sariu se encontró prácticamente desprovista de todo esto por la pandemia. Por eso, se animó a revivir esos momentos por medio de la escritura. Buena parte de los 100 ejemplares de su primer libro no los firmó sola, sino que compartió las dedicatorias con su nieta, como no podía ser de otra manera.
El dato:
"Relatos de mi Abuela", un libro de 57 páginas, además de estar en soporte papel, puede leerse a través de Amazon, Kindle y Bajalibros.
Foto: colaboración Flavia Posleman y Corina Capello
