La consigna fue la de siempre, desde que fue creado en 2016, el encuentro de dibujantes aficionados y profesionales fue celebrado con el arte en vivo. Ayer, los espacios del Museo de Bellas Artes Franklin Rawson latieron al ritmo marcado por la expresión espontánea de pinceles, crayones, lápices y otros elementos en manos del público. La Séptima Edición de la Noche del Dibujo tuvo nuevamente el colorido de una experiencia compartida por todos y todas, de todas las edades y de todas las pertenencias o identidades. En la explanada, un grupo de performers, acompañados por luces LEDS y reflectores daban la bienvenida a una fiesta abierta donde podía la imaginación liberarse entre líneas, colores, sonidos y melodías. Mientras el DJ Shaku ambientaba con música electrónica la entrada del complejo, rápidamente las mesas dispuestas se colmaron de practicantes para dibujar. Unos modelos rotaban en distintos turnos y posiciones para que sean tomados y registrados en el papel. Algunos utilizaban caballetes, otros preferían armar murales con otros materiales. Hubo todo tipo de intervenciones, desde el dibujo simple, hasta el croquis y la representación abstracta o figurativa. Cada quien elegía lo que más prefería.
En las salas de exposición, el público aprovechaba para mirar las obras de las muestras que están instaladas (la de Humberto Costa, Roberto Jacoby y Premio Jammel o la colección permanente); mientras que en el patio interno, los más jóvenes buscaban acomodarse para escuchar los recitales de Catfonk y Padres Progres, con alguna bebida refrescante en la mano para amenizar lo caluroso que fue la jornada de anoche. Sin dudas, este evento, fue también el punto de reunión para los artistas y dibujantes locales que disfrutaron con alegría su tan esperada fiesta.