En sus manos recibió una guitarra de madera tallada de manera artesanal. Para Horacio Antonio Villafañe Ahumada no era un simple trofeo, era un símbolo de reconocimiento, una muestra de afecto por tantos años al servicio de la divulgación de la cultura musical de la tierra donde nació, lo crió y lo hizo hombre, lo moldeó como artista. Es el Chango Huaqueño quien fue distinguido con todos los honores en el Festival de Guitarras del Mundo 2017. Para la edición número 23, organizada por UPCN, le rindieron un homenaje en vida en el Auditorio Juan Victoria: "Por su actividad y aporte al fortalecimiento, y proyección de la cultura local y nacional".
Después de los aplausos, las fotos y el brindis, el Chango volvió a su pago natal en medio de una fría mañana. Al reunirse con su familia, le llovieron más felicitaciones. Y no es para poco, cerca de 40 años de carrera, 13 discos publicados y alrededor de 100 canciones escritas, son como huellas marcadas en su piel. El trajinar de pueblo en pueblo, por geografías tan diversas, llevando consigo la poesía, la guitarra y su canto, representa la cosecha que supo sembrar con paciencia a lo largo del tiempo. Como resultado, el Chango se ganó el respeto y el reconocimiento de sus pares en el marco de un festival que rinde culto a la guitarra en todo el mundo.
El artista sonrió con mucha satisfacción por el "mimo" que obtuvo el miércoles último: "Fue un buen espectáculo, una hermosa experiencia. Hablaron de mi trayectoria, me dieron una distinción muy bonita. Estoy muy agradecido por todo lo que hicieron. Ni siquiera el gobierno o los jachalleros me hicieron un homenaje tan sentido como este, es una alegría inmensa que siento", expresó.
"Un artista se debe mucho a la gente y este regalo lo comparto con todos aquellos que me acompañaron, durante años como Panchito Godoy, Alberto Páez, Raúl Cabeza, Luis Ortiz y Hugo Pavéz, Federico Fuentes, Sebastián Reynoso, Maxi Arévalo y Pepe Pereyra. A todos ellos, les dedico este presente. Y en especial a Carlos Mario Manrique, quien me inculcó la cultura, el folklore y la danza desde chico", añadió.
En la tranquilidad que gobierna su hogar, Villafañe se mostró fortalecido en el ánimo, aunque nunca pierde su tono humilde y franco: "Como músico siempre sostuve que me debo al espectador, tener este reconocimiento en vida, reafirma que hago lo correcto. Aunque no estudié en la academia, me crié en los bares cantando y tocando. Gracias a Dios, al transmitir mis canciones, llego directo al pueblo. Es lo más importante para mí. Verlos reír, cantar y llorar en un recital, eso me da ánimo de seguir", sostuvo.
Pocas son aquellas voces que puedan criticarlo. En su periplo musical, Villafañe toca la guitarra desde que tenía diez años: "Escuchaba a los viejos del pueblo, el sonido de las guitarras en el silencio de la noche huaqueña. Me arrimaba a escuchar y aprender", recordaba. Y aunque hayan pasado varias décadas, el Chango afirma que le queda mucho por seguir tocando y escribiendo. Ahora, trabaja en su próximo álbum de estudio con nuevas canciones, luego de su última producción "Cuando reza mi guitarra".
Pero su generosidad es una cualidad que lo caracteriza. Porque el músico jachallero considera que también hay otros como él que merecen un homenaje: "Creo que hay que rendir homenaje a Luis Ortiz, un guitarrista sanjuanino que anduvo con el grupo mendocino Cantares de la Cañadita. Llevó la música cuyana a Colombia, Estados Unidos y muchos otros países. Junto a Hugo Pavéz, otro gran músico, que dejaron su vida representando a San Juan en el mundo, pero su talento aquí pasa como si nada, como si no existieran. Con ellos grabé Romance de los Caballos y Sentencias del Tata Viejo. Dos grandes cuyanos y dos excelentes personas", manifestó el cantautor huaqueño.