Se puede hacer muchos análisis respecto de la marcha de la economía en la provincia durante la pandemia, pero si comparamos lo que ha pasado en San Juan con lo ocurrido en el resto de la mayoría de las provincias argentinas, evidentemente encontramos en el manejo de las cuentas públicas, una diferencia a favor de la administración de Sergio Uñac. Por supuesto que hubo problemas, de hecho el Gobierno sanjuanino reconoció que la tasa de desocupación creció alrededor de tres puntos porcentuales en muy pocos meses. También hubo despidos, cierre de comercios, "retiros acordados", retraso en el pago de los salarios, caída de ventas y de exportaciones.
Aún a sabiendas de todos esos rojos, creo que pocos pueden negar que la actuación del Estado provincial fuera al menos decorosa en este complicado año. La provincia se fabricó la herramienta para endeudarse, pero no lo hizo; pudo pagar los sueldos de los empleados con aumentos y bonos y cumplir, además, con sus proveedores; la recaudación provincial bajó, pero no en los niveles que ocurrió con el promedio nacional; en la confección del presupuesto, se privilegió la obra pública, lo que permitió mantener más o menos el movimiento en la economía más chica.
También sirvió la ayuda nacional: los ATP salvaron muchas empresas y el IFE pudo darle de comer a familias y a pequeños negocios. Todo pinta para que San Juan termine sin déficit este complicado año, el problema será empezar a salir de tanta intervención del Estado en las cuentas de los particulares, pero esa es otra discusión, quizás bastante más complicada que una lectura sobre la economía de este año.