"Me sorprendí terriblemente, he llorado toda la mañana" confesó ayer a DIARIO DE CUYO la artista plástica Mirta Romero, que se enteró por este medio que su escultura desaparecida de la plaza Madre universal de Rivadavia, fue destruida por vándalos hace más de un año. Sucedió cuando entraron a robar al centro cultural que la comunidad Huarpe tiene en ese paseo público donde la Secretaría de Obra de la municipalidad colocó la pieza, supuestamente a pedido de los integrantes de la comunidad aborigen según dijo a este diario el secretario de Obras, Ariel Villavicencio, versión que desde ese grupo negaron sosteniendo que los empleados municipales simplemente la dejaron ahí para buscarla luego y nunca lo hicieron. 

Con la noticia de la destrucción de su obra de corte figurativo, encargada en 1987 por la gestión del intendente Salvador Sirerol que se la compró para emplazarla en la flamante plaza departamental inaugurada el 27 de marzo de 1987, la artista no pudo contener su pena e indignación.

"Me enteré por el diario, me puse tan mal… lo que hicieron es una barbarie, es de gente ignorante, de funcionarios que se creen que pueden atropellar todo. No les costaba nada averiguar, ellos deben tener archivos, inauguración hubo una sola. Lo de ahora fue una reinauguración que no le han hecho nada, si esto salió algún millón de pesos ha sido una fantochada como muchas cosas en el país. Está la capillita, los mismos árboles… nomás que se la cedieron a los huarpes, pero se sigue llamando Plaza de la Madre universal" sostuvo y agregó: "Voy a hacer juicio, tengo un abogado que me va a defender y el apoyo de mucha gente relacionada con el patrimonio cultural. La obra ya no me la devuelven" afirmó a flor de piel la reconocida escultora, quien adelantó que si obtiene algún resarcimiento económico no se quedará con el dinero. "No soy materialista, he donado un montón de obras a lugares a los que les tenía cariño, pero cuando algo me duele…", señaló compungida.
Romero insistió en que la escultura estaba "en perfectas condiciones en el 2018", cuando ella estuvo en la plaza, y manifestó que no entiende por qué no la buscaron cuando fue dañada o por qué no sacaron fotos ellos de la agresión y se lo hicieron saber. Y también compartió cómo había analizado en su momento el riesgo que corría la obra en un espacio público: "Claro que era pesada, porque yo metí paños de arpillera en la parte de abajo, en el centro, pero toda la parte del centro, el torso, el vientre embarazado y los niños los dejé macizos, porque era una técnica de llenado de cemento, con estructura de hierro, para que si algún agresivo le tiraba una piedra, resistiera. Era imposible que le pasara algo, además yo la hubiese podido restaurar, vienen cementos plásticos que endurecen más que el propio cemento y con una espátula se arregla. Además, estaba alta, yo hice hacer el pedestal alto para que no esté tan al alcance, para que no la llenaran de grafitis" contó sobre los recaudos que había tomado cuando fue emplazada su "Madre Universal", aunque, aun así, en la foto que publicó DIARIO DE CUYO ayer (del archivo de Fundación Exedra), ya se notaba la pieza con algunas marcas de pintura de aerosol.

Sobre lo que adujo el secretario de Obras y Servicios de Rivadavia, Ariel Villavicencio, de que no conocían quién era el autor de la escultura, Romero hizo hincapié en que la noticia de la inauguración salió en los diarios. "Podrían haberse puesto en contacto conmigo, no soy tan desconocida, además algún un archivo deben tener, inauguración hubo una sola, hubo artículos con todo el proceso de la escultura y está mi nombre. Siento mucha impotencia, porque sí llevaba mi firma, nunca le pusieron la placa, para no gastar supongo, pero sí tenía una firma bien grande", aseguró.

Lo que ocurrió con la Madre Universal hizo que la artista pensara en salir a proteger sus otras creaciones ubicadas en espacios públicos. "Si en el Santuario de Fátima algún cura se le da por querer sacar el Cristo con los brazos abiertos y poner otra cosa, ¿puede hacerlo? Para mí se sobreentiende que es patrimonio de la comunidad, pero voy a hablar en donde tengo obras, no vaya a ser que se les ocurra destruirlas después. Voy a hablar con la directora de Anchipurac, con el cura de Fátima, voy a ir al Teatro Sarmiento a ver si sigue en el mismo lugar mi remolino de bailarines hecho en pinotea; voy a tratar de que se declaren patrimonio cultural de la provincia mis obras, lo voy a pedir yo en vida", adelantó.

La artista plástica sanjuanina, de proyección internacional, contó que la noticia tuvo repercusión fuera de la provincia y que se pusieron a su disposición distintas asociaciones, como la de escultores AIESM; mientras que a nivel local la Asociación Civil para la Conservación y Defensa del Patrimonio Sanjuanino (Accodepas), hizo una presentación en el municipio de Rivadavia reclamando la restitución de la obra (ver aparte).

Asociación exigió la restitución de la obra

La Asociación Civil para la Conservación y Defensa del Patrimonio Sanjuanino (Accodepas) presentó una nota en el municipio de Rivadavia, dirigida al intendente Fabián Martín pidiendo "la inmediata restitución" de la escultura de Mirta Romero a la plaza Madre Universal. Piden que aparezca aun tras la noticia publicada por este medio, en la que los testimonios dan cuenta de la destrucción de la pieza, porque quieren que el municipio se pronuncie, dijeron.

Sobre la afirmación de la coordinadora de Gabinete, María Rita Lazcano (sobre que el municipio podía disponer de la obra porque no estaba declarada como patrimonio provincial), Jorge Cocinero Raed, presidente de la asociación, la refutó. "Es un atropello a la razón eso que han dicho. Todo protege a la obra, porque si el municipio la compró, eso no significa que le pertenezca al municipio, al contrario, pasó a pertenecer a la comunidad de Rivadavia, porque es con la plata del municipio, hay una mala interpretación de lo que pueden hacer. Sólo es dueño para resguardarla, no es dueño de sacarla y regalársela a otro, eso es algo indebido".

Para Cocinero hay un "descuido de la obra al no darle el valor que tiene una obra de más de 30 años; y si tiene esos años es parte del patrimonio de todos los sanjuaninos. No hace falta ningún papel" para hacerlo valer. Entendió que el proceder "es un ataque a los artistas locales, lo mismo pasó con el monumento al Deporte, que se sintieron dueños y lo pintaron blanco; o lo que pasó con el Auditorio que lo iban a pintar de violeta, o en el monumento a Juan Jufré, que le pusieron doradito a las letras. No es una cuestión de que cada intendente es dueño de hacer lo que se le da la gana" puntualizó.

El arquitecto consideró que estas acciones se repiten en San Juan porque es propio "de no tener una historia, porque el terremoto nos borró parte de nuestra historia, y eso hace que todo sea vulnerable. Hay una mentalidad de ‘no me gusta mucho esa estatua’, o de ‘tiremos esta casona que es vieja’. Esto es un desprecio por nuestra historia".