Todo se transforma y más aún con la actividad humana. Un grupo de científicos del Instituto de Ciencia Carnegie de Washington DC, liderado por el profesor Robert Hazen, acaban de publicar en la revista de la Sociedad de Mineralogía de Estados Unidos sobre la presencia de 208 nuevos minerales que deben su existencia a la actividad humana.
No se trata de productos conseguidos en un laboratorio, sino de materiales que surgieron de forma espontánea en lugares que han sido modificados de alguna manera por el ser humano, tan dispares como pilas de desechos o túneles de una mina abandonada. Para los responsables del estudio, este es un ejemplo más de cuán influyente y penetrante en el planeta es la actividad del hombre.
Nuevos minerales y compuestos se están formando a un ritmo mucho mayor que en cualquiera de las etapas por las que había pasado la Tierra antes, según explicaron.
Aunque la definición tradicional de mineral exige que sea una estructura cristalina de determinados elementos químicos enlazados de una forma concreta y fruto de procesos naturales, la Asociación Internacional de Mineralogía (AIM) también considera minerales aquellos compuestos químicos en los que la acción humana que los creó no fue deliberada.
Eso descarta a las más de 180.000 nuevas estructuras cristalinas creadas por el ingenio humano con una intención y función, según estiman los autores del catálogo, pero permite reconocer otros compuestos fruto también de procesos naturales pero iniciados por una acción humana. Así por ejemplo la atacamita fue identificada por primera vez en el siglo XIX en minas del desierto chileno de Atacama, pero a mediados del siglo pasado, también fue caracterizada en la costra de estatuas de bronce de la ciudad helenística de Alejandría corroídas por el agua del mar en el que pasaron los últimos 2.000 años.
Aún más fascinantes son los casos de la fayalita y la forsterita. La primera fue localizada en las Azores y la segunda escupida por el Vesubio en el siglo XIX.
Según el estudio algo más de la mitad de los minerales de la lista (117) tienen tanto origen natural como humano. Otros 91 minerales, sin embargo, son un subproducto exclusivo de las acciones humanas y no se han encontrado, por ahora, en yacimientos naturales.
La abhurita es un buen ejemplo. Originada en el estaño de las monedas que había en las bodegas del barco SS Cheerful, naufragado frente a las costas inglesas en el siglo XIX, solo se la ha encontrado en otros naufragios. La gran mayoría de los minerales antropogénicos son consecuencia más o menos directa de la minería y la metalurgia.
Unos, como la apexita o la gunterita emergen del efecto del tiempo y los procesos geológicos sobre los vertederos mineros. Otros, como la postita o la nealita, aparecen en los precipitados del agua usada en la mina o de la escoria de las fundiciones. La mayoría solo existen en una o dos minas, a veces separadas por miles de kilómetros.
