Desde hace varios años, a consecuencia de numerosos accidentes que, incluso, han tenido como saldo la pérdida de vidas, se viene insistiendo en que los canales del sistema de riego de la provincia no pueden ser utilizados con fines recreativos, por personas que llegan hasta estos lugares con el objeto de bañarse o pasar un momento con los amigos, sin medir el peligro que esto implica y las consecuencias que puede tener al tratarse de sitios que no están acondicionados para ese tipo de actividades.

En nuestra provincia bañarse en la época estival en los canales es una antigua costumbre que viene de la época en que estos cauces eran de tierra, es decir que no estaban impermeabilizados como ocurre actualmente con la mayoría de los cauces principales. Precisamente el hecho de que estén impermeabilizados hace que los canales tengan un diseño estructural que los hace peligrosos en el intento de utilizarlos como natatorios.

A pesar de que a nivel provincial existen disposiciones y normas que prohíben esta práctica, cuando llegan los calores mucha gente, especialmente los más jóvenes, transgreden estas reglas y se exponen además del peligro a multas y sanciones que a pesar de que se han estado aplicando, evidentemente no han sido lo suficientemente duras como para hacer desistir de este comportamiento.

La muerte de dos jóvenes ocurrida el lunes pasado en el canal Céspedes, se suma a otros tantos antecedentes de accidentes similares que se han producido en las últimas décadas en distintos puntos de la provincia. La Dirección de Defensa Civil tiene en sus estadísticas el saldo de unas 20 personas que perdieron su vida al morir ahogadas en los canales en las últimas tres décadas, lo que podría haberse evitado con un mayor control de los organismos oficiales. No podemos decir que no se ha estado advirtiendo sobre la peligrosidad de bañarse en los canales, ríos, diques y espejos de agua que no estén expresamente autorizados, pero probablemente están haciendo falta campañas más intensas o de control efectivo, con sanciones más duras que las que establece el Código Contravencional de la provincia que establece multas económicas y hasta arresto para quienes sean sorprendidos bañándose, con alcance a los padres en el caso de que los infractores sean menores.

Dentro de la lista de peligros a los que se someten quienes se bañan en canales o ríos hay una serie de posibilidades como el de resbalarse y pegar con los bordes, ser arrastrado por la corriente sin posibilidades de salir -como lo ocurrido a los jóvenes de 16 y 17 años en el distrito La Bebida, en Rivadavia-, pegar contra algún obstáculo como piedras o quedar enredados con objetos que están debajo del agua, o ser succionado por las compuertas que se utilizan para la derivación de caudales. Hay que tener en cuenta que todas estas tragedias se producen generalmente en zonas alejadas donde se hace muy dificultoso, por no decir imposible, contar con ayuda o auxilio inmediato.