Cuando te gusta una persona, por lo general de manera consciente o inconsciente modificas algunas acciones. Quizás te arreglas más los días que verás a esa persona, te ríes de manera nerviosa o actúas de forma atípica, por ejemplo. De eso se trata el cortejo, un ritual donde, por lo general en el mundo animal el macho busca seducir a la hembra.
El cortejo es una práctica muy habitual en el mundo animal, ya que a través de distintas acciones se busca el apareamiento. Lo que puede resultar sorprendente es la gran variedad de rituales según cada especie, encontrando algunas un tanto curiosas.
Un ritual un poco asqueroso
Los loros de frente blanca tienen un curioso ritual de apareamiento, que pasa del romanticismo al asco sin escalas, pero para ellos es normal.
Cuando se preparan para aparearse, se acurrucan y besan. Hasta ahí todo bien, pero estas aves llegan a crear un ambiente perfecto cuando se vomitan una encima de la otra.
Todo un show para ser elegidos
Muchas son las especies que realizan distintos tipos de “danzas” a la hora de la conquista, donde el macho despliega sus mejores atributos, y los delfines no se quedan atrás.
Los machos se unen en grupo para ir en busca de una hembra. Cuando la encuentran, la aíslan del resto y giran alrededor de ella, en una especie de secuencia digna de un espectáculo circense. Dan giros, saltos, una que otra pirueta. Este ritual termina cuando la hembra elige entre uno de los candidatos, por lo que puede durar días completos.
Un afrodisiaco extraño
Una de las técnicas de seducción de los humanos es perfumarnos. En base a ese aroma buscamos despertar la atención de la persona que nos gusta y atraerla de cierta manera.
Los cebus hacen algo parecido, pero sin perfume. Los machos se orinan en las manos y luego aplican el liquido en todo el cuerpo, como si se estuvieran perfumando para la ocasión. Al parecer las hembras de esta especie se sienten cautivadas por este aroma afrodisiaco y caen bajo los encantos del macho.
La danza romántica
Los caballitos de mar o hipocampos son sinónimo de amor y fidelidad si hablamos de relaciones. El cortejo es un acto muy interesante, ya que pueden pasar horas bailando. La danza romántica comienza cuando macho y hembra entrecruzan sus colas y trompas.
Flotan entre burbujas y corales durante ocho horas ininterrumpidas. Una vez pasado ese tiempo, la hembra cambia el tono de su cuerpo, demostrándole al macho que “acepta” la propuesta del cortejo.
Serenata para la conquista
Los humanos no somos la única especie que compone canciones o regala serenatas para conquistar. Los gibones, para atraer a su potencial pareja, cantan de forma sensual y dulce diferentes tonos y melodías que pueden alcanzar hasta un kilómetro de distancia. Este acto lo realiza el macho, quien da por finalizado el cortejo cuando la hembra acepta. Cabe destacar que es una especie monógama, por lo que la elección de la pareja es importante, ya que es para toda la vida.
La agresividad como cortejo
“Los que se pelean se aman”. Muchas personas han crecido escuchando esa frase en innumerables ocasiones, y si bien rechazamos cualquier tipo de violencia, en el reino animal las cosas son distintas.
Por ejemplo, los escorpiones, tanto macho como hembra, durante el cortejo inician una danza en la que se tantean y atacan con sus aguijones. Una vez completado el acto sexual, si el macho no logra escapar, es devorado por su pareja de baile.
Juego de seducción
El cortejo entre osos polares es intenso, aventurero y digno de observar. Fácilmente puede confundirse con una persecución, ya que el macho, tras olfatear el rastro de una hembra fértil, lo sigue hasta dar con ella. Una vez producido el encuentro, ambos corretean y juegan en la nieve durante un largo rato hasta que se retiran a un lugar solitario y alejado para el acto de apareamiento.
En algunas ocasiones, es la hembra quien seduce al macho, con la misma metodología y un único fin, conquistar al otro.