La escalada bélica de Rusia para someter a Ucrania, en un conflicto que paraliza a un mundo expectante por las derivaciones geopolíticas que buscaría Moscú para imponer un nuevo orden mundial, ha dado lugar al análisis de los observadores que vienen siguiendo las especulaciones de Vladimir Putin, el exagente de la KGB encumbrado al poder desde 2000 en una presidencia que busca ser vitalicia.

Nada es resultado de la improvisación: todo lo contrario. Putin siempre consideró que la tragedia más grande del siglo XX fue la caída de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) por su poder geoestratégico internacional, y un desmembramiento con imposiciones a la Federación Rusa que le quitó un protagonismo histórico hasta considerar actualmente a Estados Unidos y China como dueños del actual liderazgo global.

La invasión a Ucrania es un objetivo ruso desde que el país vecino se independiza y el gobierno de Kiev se acerca a Europa con la idea de ser parte de la UE, lo que implica estar bajo el paraguas de la OTAN. Sin llegar a concretarse estas especulaciones, aparece el conflicto ucraniano interno impulsado por las regiones pro-rusas, como Donbas, Donetsk y Luhansk, eje central del conflicto al urgir el respaldo de Putin, y por ello el objetivo de recuperar esa región y el "orgullo ruso". 

En 2014 se firmaron los acuerdos de Minsk entre Rusia y Ucrania, con mediación de Francia y Alemania, para terminar con la guerra entre Kiev y los separatistas apoyados por Moscú, que dejó más de 14.000 muertos. El respeto total de alto el fuego en la zona lo acaba de violar Putin al reconocer como estados independientes a Donetsk y Luhansk, echando por tierra esos acuerdos con el avance de las tropas.

Putin confía en un escenario que le resultaría favorable, como la no intervención de la OTAN porque Ucrania no es miembro de la alianza atlántica, también por lo que la posición adoptada por EEUU supone una "debilidad" de Joe Biden, más preocupado por la actitud de China al aprovechar la coyuntura para volver a acosar a Taiwán con vuelos rasantes.

Y Rusia se despliega militarmente en Ucrania con la estrategia de la "guerra híbrida", que ya le dio resultado en Georgia, Crimea y Siria, en un contexto en que se combinan las fuerzas regulares invasoras con milicias locales y fuerzas especiales encubiertas, mercenarios, y ataques en el ciberespacio. Lo que realmente teme Putin es al cepo económico y financiero de Occidente.