Hace exactamente 180 años, las tropas unitarias lideradas por el general Mariano Acha chocaban con el ejército federal del gobernador Nazario Benavídez, en la denominada Batalla de Angaco. Fue no sólo el enfrentamiento más sangriento en la historia sanjuanina, con un saldo de casi 1.200 muertos, sino que además le sucedieron casi de inmediato otros dos hechos similares y con los mismos protagonistas. A Angaco le siguió La Chacarilla, el 18 de agosto, y el 22 finalizó ese capítulo durísimo, que los historiadores terminaron bautizando como "La semana negra" de 1841. A partir de hoy DIARIO DE CUYO realiza tres entregas, con las fechas de las efemérides correspondientes (16, 18 y 22 de agosto), con un profundo desarrollo periodístico a través de infografías que reconstruyen aquella semana negra. La primera de esas infografías explica todos los detalles de la Batalla de Angaco (ver página 7) y se suma en esta edición la opinión del historiador Guillermo Genini.
Estas batallas libradas en suelo sanjuanino eran parte de los enfrentamientos civiles y militares que pugnaban entre dos modelos para terminar de construir y afianzar un Estado nacional. Acha venía enviado por el gobierno de La Rioja, afín al centralismo unitario, en tanto que el sanjunanino Benavídez contaba con el apoyo político y de armas del gobierno de Mendoza, que respondía a la Confederación Argentina encabezada por el caudillo Juan Manuel de Rosas en Buenos Aires.
Fue incluso en ese contexto de sangre donde nació un estandarte de las creencias populares de San Juan. Es que un oficial unitario de apellido Bustos, pariente del gobernador de Córdoba y quien peleaba junto al general Acha, se fue por el desierto, derrotado y seguido por su esposa y su bebé recién nacido. La mujer era Deolinda Correa, quien murió en esa travesía pero dándole el pecho a su hijo, quien sobrevivió. Fue el origen de la historia de la Difunta Correa.
Casi dos siglos después, y tal vez por pura casualidad, la pelea entre Benavídez y Acha no termina: la calle General Acha va de Rawson a Chimbas, pero se corta antes de llegar a la Avenida Benavídez y vuelve a aparecer recién una cuadra después del cruce que no existe: no hay intersección, sólo desencuentro.