
Todos los santos días de 9 a 15, Gabriel García Márquez se encerró en su casa de México a martillar su vieja máquina de escribir para crear lo que bautizó "100 años de soledad". Esta es una de las tantas epopeyas que aún rodean el misterio de la creación de ese monstruo, premio Nobel de Literatura 1982, que mañana cumplirá sus bodas de oro. Considerada una de las más representativas obras del realismo mágico, se considera que por su éxito es que tal término se aplicó a la literatura surgida en los "60 en América Latina
Los mitos de cómo fundó Macondo envuelven a Cien años… en un halo de misterio que el propio Gabo le infundió, cuidando que su génesis quedara en secreto. En vida, el autor se ocupó de hacer de su extraordinaria novela, otra novela, mechando realidad y fabulando para alimentar la fantasía.
Según un artículo aparecido en El País, de España; todo se inició un martes de 1965. El escritor regresaba de Acapulco con su esposa y 2 hijos cuando, asaltado por un "cataclismo del alma’, se sentó a componer la historia que lo mantuvo en vilo hasta que no la terminó en 1967. En una versión que dio García Márquez en El olor de la guayaba -libro de conversaciones con Plinio Apuleyo Mendoza en 1982- cuenta que las musas lo tomaron por sorpresa, antes de llegar a Acapulco y tuvo que dar la media vuelta. Y se dice que para la figura central (Aureliano Buendía) se inspiró en su abuelo Nicolás y que Úrsula Iguarán fue un homenaje a su abuela Tranquilina Iguarán Cotes.
Sus grandes amigos peregrinaban hacia su casa en Pedregal con frecuencia. En sus memorias, García Márquez contó que su compatriota Álvaro Mutis y también Carlos Fuentes le tiraban la lengua para que les adelantara algo. "Yo me las arreglaba para inventarles versiones de emergencia, por mi superstición de que contar lo que estaba escribiendo espantaba a los duendes’, relató.
Don Gabriel puso el punto final a su máximo sueño, después de meses de penurias económicas e incertidumbre, ya que a veces pensaba en desistir; pero cuando eso sucedía, ahí estaba su familia alentándolo a continuar. Su esposa Mercedes Barcha se puso al frente de la casa y hasta se cuenta que empeñó algunas joyas.
En la desaparecida revista colombiana Cambio, en 2002, él contó: "no me interrumpí un sólo día, en una especie de sueño demoledor, hasta la línea final en que a Macondo se lo lleva el carajo".
Y las anécdotas siguen. Como la que versa que de las 1.300 páginas sólo quedaron 490, con unos 30 mil cigarros mediante. Que el primero a quien él envió la novela fue Carlos Barral, de la editorial Seix Barral, quien le respondió que el material era malo -lo que fue aparentemente falso-; pero que Francisco Porrúa, director literario de la casa Sudamericana -quien ya conocía su manera de escribir gracias a Luis Hars- aceptó sin reparos publicarla en Argentina por primera vez, lo que es cierto y lo unió por siempre a Buenos Aires. Claro que para que Porrúa la leyera, sólo envió la mitad, después de entregar todo lo que tenía y llevar a una casa de empeño los electrodomésticos que le quedaba a la familia -el secador, el calentador y la batidora-. Al salir del correo -según recordaba Gabo-, su mujer disparó: "Lo único que falta ahora es que la novela sea mala’.
En Buenos Aires, el escritor argentino Tomás Eloy Martínez era jefe de Redacción de la revista Primera Plana. Porrúa le había mostrado el manuscrito y quedó tan fascinado que decidió enviar a un periodista a México para hacerle un reportaje.
Los García Márquez llegaron a Buenos Aires en la madrugada (del 20 de junio de 1967, según las biografías de Gerard Martin y Dasso Saldívar; el 19 de agosto según Los cien años años de García Márquez, de Tomás Eloy Martínez). En el aeropuerto de Ezeiza los recibieron el editor y el redactor, quien dice que vio el momento exacto en que la fama cayó sobre García Márquez "como un rayo".
Más intriga
Otra de las grandes curiosidades es cómo hizo para construir Macondo ya que, al recibir el primer ejemplar en junio de 1967, él lo rompió para que "nadie pudiera descubrir sus trucos. Apenas se salvaron algunos documentos. Uno de ellos, quizás el más importante, fue la primera copia de las pruebas de imprenta, que le envió la empresa porteña.
Esas llamadas "galeradas’ sumaron 181 hojas de doble folio, numeradas a mano, con acotaciones en bolígrafo o rotulador. En ellas, "Gabito’ señaló los inicios de capítulo, reordenó párrafos, suprimió y añadió frases, sustituyó más de 150 palabras y puso alerta de erratas; dejando a la luz su manía perfeccionista a la hora de crear, anotando 1.026 correcciones.
Los cambios no solo fueron a pulir el texto, sino a profundizarlo con sutilezas como: de "amedrentar’ pasar a "intimidar’, de "obstruir’ a "cegar’, o de "completar’ a "complementar".
Este maestro de la pluma nunca regresó el borrador, sino que envió las correcciones aparte. Y, si bien podría haberlos quemado, fue lo que quedó como testimonio. Gran amigo del cineasta Luis Alcoriza y su esposa, la actriz austríaca Janet Riesenfeld, decidió regalárselos.
"Cuando la editorial me mandó la primera copia de las pruebas de imprenta, las llevé ya corregidas a una fiesta en casa de los Alcoriza, sobre todo para la curiosidad insaciable del invitado de honor, don Luis Buñuel, que tejió toda clase de especulaciones magistrales sobre el arte de corregir, no para mejorar, sino para esconder. Vi a Alcoriza tan fascinado por la conversación que tomé la buena determinación de dedicarle las pruebas’.
La pareja, afincada en México y muy próxima a Luis Buñuel, formaba parte del círculo íntimo del escritor colombiano que le ayudó a sobrevivir en sus tiempos más oscuros.
Pasaron 18 años y Cien años de soledad ya era sagrada. García Márquez volvió a tener esas pruebas en sus manos en casa de los Alcoriza y contó cómo fue la escena: "Janet las sacó del baúl y las exhibió en la sala, hasta que se hicieron la broma de que con eso podían salir de pobres. Alcoriza expresó entonces: "Pues yo prefiero morirme que vender esa joya dedicada por un amigo’.
Luis Alcoriza murió en 1992 en Cuernavaca y su esposa en 1998. El obsequio de Gabriel quedó para su heredero, Héctor Delgado. En 2001, con el beneplácito de su creador, los papeles fueron subastados sin éxito en Barcelona por 1 millón de dólares y, al año, en Christie’s. La Universidad de Texas, que compró el archivo del Nobel, se interesó, aunque no lo suficiente.
A 50 años de la publicación del best seller, esos documentos están guardados en Madrid a la espera de que alguien quiera atesorarlas por 1 millón de euros (1.128.310 dólares).
Otro punto de vista
De acuerdo a las investigaciones de Álvaro Santana Acuña, de la Universidad de Harvard, el trasfondo de la historia de "Cien años…’ incluye a William Faulkner, Fidel Castro, los Rockefeller y la CIA. En el estudio sostiene que Gabo comenzó a escribir Cien años… en 1950, cuando publicó en la revista colombiana Crónica: La casa de los Buendía, donde ya edificó a Macondo.
A partir de allí, llevó siempre consigo un manuscrito de 700 cuartillas, titulado La casa, con el que recorrió América latina hasta llegar a México.
incursionó en guiones para cine y escribía para revistas. En medio de esta situación, su amigo Álvaro Mutis, lo introdujo en La mafia, una élite de artistas del entorno intelectual hispanoamericano dentro de la cual pudo contactar a Rodman Rockefeller, el editor Alfred Knopf y la agente literaria Carmen Balcells, quien le ofreció un magno contrato.
Según Santana, el año anterior a su publicación, múltiples medios publicaron 7 capítulos con cambios. Entre ellos: que el padre del coronel Aureliano Buendía no lo llevó a conocer el hielo, sino a un camello; la ubicación precisa de Macondo fue borrada para aumentar su aislamiento. Además para el académico, Remedio la Bella tenía otro nombre: Rebeca de Asís, y el último de los Buendía se suicidó. ¿Verdad? ¿Ilusión? Magia.
En números
* 18 meses le llevó escribirla pero la idea rondó la cabeza de García Márquez durante 20 años, cuando viajó con su madre a su pueblo natal, Aracataca.
* 40 son los idiomas a los que fue traducida (incluido el esperanto)
* 4 premios internacionales y el Nobel de Literatura en 1982; la galardonaron.
* 100 ediciones se vendieron y más de 50 portadas se crearon. Es el libro en castellano más vendido luego de la Biblia.
Delia Beatriz González (Magister en Letras y escritora)
Un viaje a Macondo
Viajemos al pueblo de los Buendía. Allí Aureliano, frente a un pelotón de fusilamiento, espera la muerte, y es a la vez el niño que, tomado de la mano de su padre, presencia el hervor del hielo. En tanto, Ursula Iguarán lucha contra el frenesí amoroso de su primo José Arcadio, consumiéndose en un ascua de amor incandescente y en el pánico de procrear hijos con cola de cerdo.
José Arcadio está enredado por siempre jamás en la magia de Melquíades, un anciano y joven gitano. Melquíades llega puntualmente al pueblo trayendo el Conocimiento del Mundo.
Irrumpe con objetos extraordinarios e imposibles de entender. Lingotes imantados que arrancan los clavos de las casas y las hacen tambalear. Catalejos y lupas que atrapan a las personas y borran las distancias. Entonces los incendios arden sin fuego. Y gracias a ellos el hombre podrá ver lo que ocurre en cualquier lugar de la tierra sin moverse de su casa. Las eternas generaciones de José Arcadios y Aurelianos se repetirán indefinida y misteriosamente. Confundiremos sus nombres, más no sus hazañas, ni sus amores, ni sus caprichos.
Así podremos aprender que la incertidumbre es un goce y también una sorpresa esperada que nos permite vivir otras vidas, las de los múltiples José Arcadios y Aurelianos.
En el viejo castaño de la familia Buendía, el primer José Arcadio contemplará cómo el tiempo circula y se repite. Descubriremos que la tierra es redonda como una naranja. Veremos el ferrocarril que viaja como un enorme féretro,ocultando la siniestra masacre de la bananera UnitedFruit Company, que todos juran no haber visto.
Macondo es Latinoamérica: una cíclica repetición de hombres y mujeres con las cuencas de los ojos vacías, esas que antes iluminabanla vida. Sus habitantes, como los de tantos otros pueblos latinoamericanos, fueron exterminados a mansalva, a manos de los poderosos de siempre.
Veremos a Remedios la Bella ascendiendo a los cielos. Perseguiremos el aroma de las axilas de Petra Cotes, para sucumbir a la desgarradora sensualidad de sus palabras y sus sabores. Espiaremos a Fernanda del Carpio, arrodillándose frente a su vajilla, en una obstinada soledad monacal.
Las mariposas amarillas rodearán a José Arcadio en su lecho de muerte, tapizando las calles. Las mismas mariposas que preceden la presencia de Mauricio Babilonia, de quien Meme se enamora hasta la extenuación.
El primero de la estirpe está amarrado en un árbol y al último se lo están comiendo las hormigas, en tanto que Aureliano Babilonia descifra pergaminos en el mismo momento en que los espejos reproducen los espejismos de una familia condenada a la soledad.
El laberinto de los Buendía se multiplica hasta el abismo. Por ello, dentro de otros 50 años, podremos desatar otras profecías. Diremos: "En el principio era Macondo’.

