El año pasado, el Ballet Folclórico Nacional (BFN, dependiente de Cultura de la Nación) fue protagonista de las celebraciones conmemorativas por el 25 de Mayo en el Teatro del Bicentenario, coliseo al que regresará en unos días y por el mismo motivo (ver aparte), pero con una novedad: al frente del cuerpo de baile, que estuvo más de un año acéfalo, está Silvia Zerbini, la coreógrafa, bailarina y maestra que en octubre último, por concurso, tomó las riendas del elenco junto al actual vicedirector Mariano Luraschi (ex bailarín del cuerpo). La dupla busca recuperar las raíces del histórico ballet que crearon Santiago "el Chúcaro" Ayala y Norma Viola; pero sin dejar de mirar al cielo. Una tarea que parece quedarle como anillo al dedo a esta mujer nacida en Buenos Aires y criada en Córdoba, que es una referente y una renovadora de las danzas folclóricas latinoamericanas, que -entre otras cosas- integró el ballet del Chúcaro y el Oficial de Cosquín, y que dejó la paz de Chilecito (en La Rioja, donde se instaló por trabajo en 1988) para mudarse a la gran urbe y llevar a cabo su proyecto. Antes de su llegada junto a la troupe, la artista (madre de Emiliano Zerbini, consagración de Cosquín 2018) dialogó con DIARIO DE CUYO.
– Por primera vez en San Juan como directora del BFN. ¿Qué traerá?
– Estamos preparando "Susurros de libertad", que recrea ritmos de América. Un cruce donde hay de lo negro, de lo criollo, de lo nativo, de lo europeo, y sobre eso trabajar diferentes ritmos, como la cueca… como estaremos en ese lugar donde se parió la cueca, la idea es que esté. Ir desde lo nativo, lo negro y lo europeo a una resolución que sería el pericón y el malambo.
– Hablando de cueca, no es una danza que esté tan impuesta como los ritmos del norte, por ejemplo…
– Los ritmos del norte tienen una seducción particular porque son avasalladores, pero creo personalmente, y después de haber viajado mucho a Cuyo, que tiene un encanto muy escondido y particular. Y que se va a ir dando esto de ganar terreno cuando se comprendan la sutileza y los mensajes que tienen esos ritmos. De todos modos pienso que el Ballet le está debiendo a Cuyo un cuadro cuyano, y no crean que no lo estamos pensando….
– ¿Y el gato?
– Como desde lo más profundo de la historia de la danza, todo lo que fuera circular tenía que ver con la alegría y la celebración, el gato tiene toda esa picardía. Y sí está muy instalando, más popularizado en los ambientes folk que el gato riojano. Pero he llegado a la conclusión, luego de la cantidad de años y kilómetros que tengo recorridos, que los pueblos bailan estados de ánimo, situaciones y sentimientos. Los que ponen la forma son los estudiosos, a veces para perpetuarlo en el tiempo, a veces para transmitirlo, pero he visto en Catamarca poner un gato y que salten a bailarlo.
– ¿Usted cree que los festivales folclóricos son referentes del folclore del país?
– Son referentes de una parte, que es la de los folcloristas que incluyen en su trabajo también la parte comercial, a la cual terminan sucumbiendo la mayoría, ¿no? Porque conozco casos puntuales de grandes poetas y compositores que en principio se negaban a entrar a los circuitos comerciales, pero ha sido la forma de perpetrarse y hacerse conocer… Hay que saber que una cosa es la producción folclórica genuina, lo que el pueblo produce y construye; y otra es la proyección escénica… Un festival es un proyecto comercial, es la realidad; ahora el criterio con que se construye ese ida y vuelta, está en los organizadores de los festivales, que sí son una vidriera bastante importante.
– ¿Los festivales le dan a la gente lo que la gente pide, o la gente consume lo que los festivales quieren?
– Creo que 50 y 50. También hay ideologías: Si algo vende más, aunque no tenga tanto mensaje o calidad, bueno, hay que ver… en este sistema capitalista es así. Pero por otro lado se está dando otro fenómeno muy interesante. Por un camino van los ballets, academias y festivales; y en el mismo camino pero como en otro sentido van los talleres, los encuentros y las peñas, algunos muy grandes y muy importantes, donde la gente va a encontrarse y a compartir… Los dos son valiosos.
– Históricamente, en los festivales folclóricos más importantes, la danza ha quedado relegada frente a lo musical. ¿Está cambiando?
– Estamos peleando muchísimo para eso, y depende de un par de cosas. Lo que tiene que haber es una actitud de respeto de quienes nos ponen en la programación, donde generalmente no tenemos nombres. Y esto lo he visto desde que Norma Viola se cambiaba la peluca debajo de una escalera, ¡y era Norma Viola!; y llegaba Guaraní -y espero que no me tire de las patas esta noche (risas)- con guardia y camarín para él… Mientras los cantantes tiene sushi, los bailarines estamos ahí detrás de una cortina… Pero también el bailarín tiene que entender que uno se gana el lugar construyéndose como bailarín, estudiando, escuchando otras músicas, haciendo otras danzas, leyendo filosofía, viendo arte y pudiendo conversar de igual a igual con cualquier otro profesional. El respeto pasa por lo que pedimos, y también por lo que damos.
– ¿Esa es la impronta que le está dando al BFN?
– Es lo que estamos tratando de fortalecer. Lo bueno es que los chicos son excelentes bailarines y que este equipo directivo tiene bien claro adónde vamos. Ahora los chicos nos piden "¿Qué podemos leer?", les llevamos músicos para que aprendan de sensibilización musical, clases de canto, todos los días tienen clásico y contemporáneo, porque se supone que folclore ya saben todos. Y queremos que los chicos vean pinturas, vean películas, que no sólo vean el videíto de danza; que lean poemas, que tengan clases al aire libre… hay varios proyectos.
– ¿Se tiende a fusionar artes?
– Sí, pero siempre y cuando esa fusión haga su proceso y aporte, pero no desvirtúe a la danza folclórica. Yo pienso como los nativos que decían "acá estoy sobre este suelo, debajo de este cielo". El hombre es parte del cosmos y trae un mensaje en su cuerpo. No es lo mismo una danza ritual que una de matrimonio, que una de alegría, que una de tristeza… Hay que estar siempre conectado con el mensaje de los ancestros, con la tierra.
La gala
Si bien no hay detalles -dado que, según explicaron desde el TB a este medio, aún no está todo el espectáculo cerrado- sí está confirmado que el Ballet Folclórico Nacional participará como invitado especial en la Gala Patria del 25 de Mayo, que se llevará a cabo en el Teatro del Bicentenario. Junto a artistas locales interpretarán "Susurros de libertad". La gala, con presencia de autoridades, será el jueves 24 de mayo a las 21 hs; y repetirá el viernes 25.