Burdos, repugnantes y escalofriantes. Así podrían describirse los dibujos y manuscritos que fueron encontrados en la habitación del cura Horacio Corbacho (56) en el instituto para chicos sordos Antonio Próvolo, en Luján, Mendoza, donde precisamente varios jóvenes denunciaron haber sido abusados sexualmente.
Corbacho es uno de los dos curas imputados y detenidos por estos episodios -el Ministerio Público Fiscal solicitaría esta semana la elevación a juicio de la causa-, y las cartas que fueron encontradas son parte de un intercambio de correspondencia entre el cura platense y un diácono de Buenos Aires (R.J.J.G., según sus iniciales).
Quien le escribía al más joven de los sacerdotes imputados (el otro es el italiano Nicola Corradi, acusado también por episodios similares en La Plata y en su Verona natal) se burlaba del ambiente de promiscuidad y descontrol en que se vivía en el instituto ubicado en calle Carrodilla 385.
Recurriendo a versos gauchescos -al estilo Martín Fierro-, el diácono bonaerense llamaba al cura “Rubimacho” y “Corborracho”, lo describía teniendo sexo con “la hermana japonesa” (sería la monja Kumiko Kosaka, otra de las imputadas y detenidas) y hasta describía el lugar como un albergue transitorio.
Además de los textos, R.J.J.G. dibujaba en las cartas personas desnudas y órganos sexuales masculinos, siempre en tono de broma y mofándose de la situación del Próvolo mendocino.