Los vecinos del Barrio San Juan 3, en Caucete, dicen estar cansados de la inseguridad. El problema los azota desde hace varios años pero afirman que en los últimos meses se acrecentó, al punto de que hasta les da miedo hacer algo tan simple como salir a regar o a sacudir un mantel.
Anoche el blanco fue el remisero Rodolfo Ríos (57), que fue asaltado cuando iba entrando a su casa, situada en la calle Luján, la principal del barrio. Según fuentes policiales, tres sujetos armados con cuchillos se habían ocultado en el garage, lo sorprendieron cuando entraba y lo redujeron para sustraerle unos $3.000, su celular, un juego de llaves y el equipo de radio de su remís.
Los vecinos dijeron que los alarma que los delincuentes cada vez se animan a más, como en este caso, en el que hasta llegaron a golpear a la víctima.
"Siempre ha sido común el robo de mangueras, bicicletas, garrafas, herramientas y cosas que suelen estar en los fondos de las casas. Luego se empezaron a animar a entrar a las casas cuando no hay nadie y también se volvió común. Y ahora ésto, hasta llegar a golpear a alguien. No sabemos en qué va a terminar esto", dijo uno de los vecinos consultados por este diario, que por miedo evitó identificarse.
Por otro lado, comentaron que la mala fama que tiene el barrio a causa de las inseguridad hasta hizo que las casas se desvaloricen.
Los vecinos coincidieron en que los problemas comenzaron cuando el Gobierno entregó el conflictivo Barrio Guayama, situado detrás del San Juan 3. Ambos complejos se encuentran conectados por la calle principal y los habitantes del Guayama para salir sí o sí tienen que pasar por el otro.
Una solución que podría llevar algo de tranquilidad es la instalación de la Unidad Operativa que el Gobierno anunció en febrero pasado. Si bien no estará ubicada en el barrio, el punto es relativamente cercano (en el Barrio Ruta 20).
"Algo tienen que hacer porque esto no da para más. Da miedo hasta salir a regar. En la noche no queda nadie en la calle por el temor", dijo otro vecino.
ALGUNOS CASOS
-A una comerciante
A principios de abril pasado, a Natalia Castro ladrones le llevaron en total más de 150 litros de productos de limpieza. "Me robaron lo que tenía para subsistir y darle de comer a mis hijos. Con esto comemos, tiramos la semana, esa es la bronca que tengo", había dicho en aquella oportunidad a este diario.
El golpe a la pequeña comerciante ocurrió de madrugada. Los delincuentes (creen que eran 5) al parecer treparon por el portón del frente y se fueron directo al lugar donde Castro dejaba los bidones, a un costado de la vivienda.
Aquella vez contó que "ya de noche ni dormimos. Yo duermo de día, con mi hija nos turnamos para atender el negocio. Así es muy difícil".
-En una casa en alquiler
Apenas unos días después del robo a Natalia Castro, otra vivienda del barrio fue blanco de la inseguridad. Un delincuente entró a una casa que está en alquiler y sustrajo una puerta y un lavamanos, pero los vecinos lo descubrieron y tuvo que dejar el botín para poder huir. Raúl González dijo en aquella oportunidad que cada vez que se le va un inquilino, desde hace un tiempo saca hasta el inodoro porque siempre le desmantelan la vivienda.
-Una notebook con fotografías únicas de su hijo muerto
En octubre de 2018 malvivientes entraron a una casa de la manzana A del barrio y le robaron a una mujer llamada Laura López la computadora en la que guardaba fotos y videos de su hijo fallecido.
El ataque ocurrió de mañana, cuando López, su madre y tres hijos dormían. Momentos antes había salido de la casa la pareja de la mujer, padrastro del chico fallecido, rumbo al trabajo. El hombre dejó la puerta del frente sin llave y ese descuido fue aprovechado por dos sujetos, que sin dudarlo entraron sigilosamente para no despertar a la familia.
La notebook Lenovo estaba sobre una mesa, en la cocina. Además, de un mueble del living sustrajeron un televisor de 32 pulgadas. Y hasta tuvieron el coraje de entrar a la habitación donde descansaba la madre de López para sacarle un celular que tenía sobre una almohada. La abuela se dio cuenta y sus gritos despertaron al resto de la familia, pero para cuando reaccionaron los ladrones ya habían huido corriendo.