El pasado 13 de enero, en pleno show de Q’ Lokura, la policía clausuró el boliche Sol Cirqa por encontrar con más gente de la permitida, sin respetar el distanciamiento social y con varias faltas de los protocolos vigentes para poner freno a los contagios de Covid-19.
Ayer, con el local nuevamente habilitado, se produjo una situación muy similar. Esta vez debía tocar La Konga. Minutos antes de las 2 de la madrugada, personal de la Comisaría 34 se hizo presente en calle Pellegrini y Libertador, en Rivadavia, entrevistando al encargado. De inmediato se procedió a la clausura por infringir los artículos 98, 143 y 162 de la ley 941-R, quedando la causa a disposición del Primer Juzgado de Faltas.
Gustavo Aróstica, uno de los dueños de Sol Cirqa, mostró su indignación en las redes sociales. "Clausuraron porque cuando llegaron no estaban puestos los matafuegos, los fuimos a buscar, los trajimos y no, vale lo que ellos primero vieron. Después dijeron que se veía el cable del sonido que tira línea del mangrullo hasta el escenario, después llamaron al jefe de bomberos y se pusieron a revisar si estaban las jabalinas correspondiente debajo del escenario, que estaban todas. Después que faltaba un disyuntor en una caja de electricidad y que dos matafuegos no eran de los kilos que tenían que ser…", comenzó diciendo.
"No hubo ni una falla de protocolo Covid 19. Hubo distanciamiento, baños impecables, planillas, alcohol en gel en todas las mesas, toda la gente sentada como corresponde, nada de baile. Llegaron a las 22.30 y se fueron a la 1.30 viendo qué más podían encontrar, el más mínimo detalle. Entraron con la faja en el pecho. Nos persiguen", prosiguió.
Aróstica aseguró además que hubo otros locales clausurados y que "gracias a Dios" tienen "actas notariales por escribano de todo lo que sucedió".
Para concluir, el empresario indicó que junto a los demás propietarios seguirán "apostando, invirtiendo y trabajando"
