En un lunes post-electoral donde hasta por la calle se comenta la postal de la noche anterior de un presidente y candidato vencedor (el socialista Pedro Sánchez) sonriendo a una militancia que lo aclama y le ruega “Con Rivera, no” (para que no forme el nuevo gobierno pactando con el líder de Ciudadanos), España no sale de su asombro: luego de once años, ha ganado de nuevo el Partido Socialistas Obrero Español. Y, a pesar de las especulaciones que se tejen desde la madrugada sobre posibles escenarios de pactos,intentará gobernar en solitario.

 

“Tenemos un respaldo más que suficiente para ser el timón de este barco que tiene que seguir continuando su rumbo (fueron las primeras declaraciones del día de la vicepresidenta socialista, Carmen Calvo). Las ayudas nos refuerzan como gobierno progresista, pero sabemos que podemos seguir avanzando en esta fórmula que hemos iniciado".

 

Los votos que el PSOE obtuvo el domingo equivalen a 123 diputados en un Congreso de 350. Sánchez logró, con más dificultades que cintura, gobernar los diez meses que duró la gestión nacida de la moción de censura que el socialista impuso en el Congreso en mayo del año pasado para echar a Mariano Rajoy con 84 diputados. Y el día después de un triunfo socialista que hundió al Partido Popular en los peores resultados de su historia (logró sólo 66 diputados y perdió más de 3,5 millones de votos respecto de las elecciones generales de 2016), Sánchez se propone “intentar” un gobierno en solitario y en minoría.

 

“Podemos crear un clima de cooperación con todos los que se quieran sentar a conversar”, abrió la puerta la vicepresidenta.

 

“No vamos a hacer como ellos (Ciudadanos), que le ponen un cordón sanitario al Partido Socialista (dijo el presidente Sánchez en su noche de gloria electoral). Nosotros no vamos a poner cordones sanitarios. La única condición que vamos a poner es respetar la Constitución española”.

 

En caso de no avanzar con la idea de gobernar solo, un pacto con Ciudadanos le garantizaría la mayoría parlamentaria para una investidura: si a los 123 escaños socialistas se suman los 57 de Rivera, los 180 diputados superarían por 4 escaños la mayoría absoluta de 176.

 

Pero ese escenario de pacto fantasmagórico tan temido por los militantes socialistas que el domingo a la noche le imploraban a su líder que “no”, también parece haber sido descartado por Albert Rivera y los suyos. “Hay mucha gente que está triste porque nos va a gobernar Pedro Sánchez de la mano de Pablo Iglesias y de los separatistas (dijo Inés Arrimadas, quien fue cabeza de lista de Ciudadanos por Barcelona). ¿Cómo vamos a pactar nosotros con este señor? No nos ha votado ningún español para que hagamos a Sánchez presidente". Rivera, tal vez el más ambicioso de los candidatos, se había propuesto arrebatarle de un zarpazo en liderazgo del centro-derecha al Partido Popular y, en la misma jugada, echar a Pedro Sánchez de La Moncloa. “Seremos líderes de la oposición”, dijo el domingo por la noche.

 

“No son el principal partido de la oposición (le retrucó la vicepresidenta socialista Calvo este lunes). Ciudadanos tiene que dejar de jugar a lo que no es real". En Unidas Podemos, la fuerza de Pablo Iglesias que nació de los indignados y fue el principal socio de Sánchez, consideran que en las elecciones salvaron el pellejo. Cayeron notablemente en escaños pero celebran una módica victoria que, para Unidas Podemos, hoy es hablar de entrar en el gobierno.“Un gobierno de coalición de izquierdas”, es lo que quieren.

 

El PSOE podría pactar con Pablo Iglesias y sumar algunas fuerzas independentistas, aunque no catalanas, que tantas complicaciones le han traído. Pero, por ahora, los socialistas no abren el juego.

 

En la sede del PP, hasta pasadas las 13.30 (8.30 de Argentina), reinaba el silencio. Han obtenido el peor resultado de sus vidas y el partido le recrimina a su líder, el joven Pablo Casado, que sobre el final de la campaña haya querido copiar a Vox, la fuerza de extrema derecha que debutó en estas elecciones y logró 24 escaños.

 

Casado, dicen, no piensa renunciar. Por ahora. En un mes habrá elecciones autonómicas, municipales y europeas y espera que su derecha repunte. El ex presidente José María Aznar, un histórico del partido, propone la refundación del centro-derecha.

 

Vox, los recién llegados al Congreso de los Diputados, saben que nadie les pedirá pactar. “Vox aporta una voz que no estaba en el Congreso pero sí en la calle. Había un montón de debates prohibidos como la inmigración ilegal o la abolición de las autonomías. No vamos a cambiar ni un ápice nuestros planteamientos”, dijo este lunes su líder Santiago Abascal.

 

En unas elecciones que se perfilaban como inciertas por la pulverización del bipartidismo histórico, la irrupción de una derecha tricéfala y un alto porcentaje de indecisos (más del 30 por ciento), el día después sigue siendo tierra de inquietudes en todas las fuerzas políticas.

 

Con la algarabía de la victoria, con ese envión de los primos tiempos de un romance, Sánchez intenta lanzarse a gobernar en solitario. Con 84 diputados logró hacerlo sólo durante diez meses. ¿Pensará que con 123 llegará a cumplir el mandato de cuatro años?